Sigo con la serie de artículos desmontando la falta de rigidez lógica en tanta gente. Hoy tratamos el tema del terrorismo y las muertes que provoca. Cuando se habla del terrorismo y sus víctimas, normalmente se dan cifras (dependiendo de dónde ocurrió) y se compara con el equivalente proporcional a muertes en el país donde vivamos. Esto lo he visto mucho con el tema israelí (porque claro, del terrorismo israelí nadie habla ni les interesa si las víctimas son moras/musulmanas)…en fin, volviendo al tema, todavía recuerdo un ejemplo de esto. Daniel Byman hace años aportó unas cifras del ejército israelí. Desde el inicio de la «Segunda Intifada» en el 2000 hasta finales de octubre del 2005, los terroristas palestinos habían asesinado a 1.074 israelíes y herido a 7.520. Entonces, Byman afirmó lo siguiente en este famoso artículo defendiendo los asesinatos selectivos de palestinos, «estas cifras son asombrosas para un país pequeño. Es el equivalente proporcional de más de 50,000 muertes estadounidenses y más de 300.000 heridos». Este tipo de computaciones matemáticamente falsas se han convertido en algo muy típico en las discusiones de este tipo. En diciembre del 2001, la Cámara de Representantes legislativos en EEUU afirmó también que los 26 israelíes equivalían a, en proporción, 1.200 muertes americanas. No, no sólo los del bando pro-judío cometen atentados contra las matemáticas y el rigor. Tenemos el ejemplo del palestino, Ahmed Moor, que afirmó lo siguiente en el Los Angeles Times: «Cuando Israel mató a 1.400 palestinos en Gaza, era el equivalente proporcional a 300.000 muertes americanas. En la Operación Cast Lead, Obama se quedó calladito». Mirad este otro ejemplo de las patadas contra las matemáticas en el blog de A sueldo de Moscú. El personaje afirma: «El otro día, 100.000 ridículos askenazis de esos, con burka patillero y el uniforme completo de cretino, porque los uniformes religiosos -judios, musulmanes y cristianos- son de cretinos, llenaron las calles de Tel Aviv exigiendo la separación en las escuelas de los niños askenazis y sefardíes. 100.000 ciudadanos israelíes es el equivalente proporcional a 571.428 ciudadanos españoles».
La retórica proporcional no se limita a los debates entre moros y judíos. En todo tipo de debates modernos, los comentaristas hacen ese tipo de comparaciones absurdas. Cada vez que mueren personas en x país, saltan los comentaristas y listillos (todos con Master y doctorado en Matemáticas por supuesto, si es que Euler y Gauss sentirían envidia ante tales eminencias) con sus calculadoras para hacer las comparaciones proporcionales. ¿Cómo se sacan los números?
La operación es muy sencilla. Los 1.074 israelíes asesinados equivalen representan el 0,015% de la población israelí (en esos años oscilaba entre los 6 y 7 millones de personas). Con esa cifra, los amarillistas lo comparan a 0,015% de la población de su país. Efectivamente, en el caso americano, el 0,015% de la población equivale a unas 50.000 personas. ¡Este es otro ejemplo del «lineocentrismo» que he estado denunciando anteriormente! Siguiendo ese esquema, ¡por supuesto que puedes sacar las mismas conclusiones en cualquier país! En España, la cifra equivaldría a 7.700 españoles. En China, a 223.000, pero ¡sólo a 300 eslovenos o a 1 o 2 tuvaluanos en Polinesia!
Quizá ya os vayais dando cuenta de lo absurdo de ese tipo de argumentos sobre equivalencias y máxime cuando se trata de establecer equivalencias MORALES utilizando cifras. Este tipo de discusiones es la provincia de gente simplista, superficial y aburridas.
Si hay dos hombres en un bar…supongamos tú y yo nos quedamos solitos en un bar por la noche y te pego un puñetazo en la cara cuando me entero que eres anarcocapitalista, pues no, no es el equivalente al 50% de estadounidenses, o más precisamente, 150 millones de norteamericanos sufriendo el puñetazo en la cara todos a la vez.
¿Alguien se acuerda de la masacre en Ruanda durante los años 90 cuando Clinton era Presidente de USA? El 11% de su población fue masacrada en 1994, en uno de los peores crímenes contra la humanidad del siglo XX. Sin embargo, no conozco a nadie que afirme que haya sido nueve veces peor que el holocausto europeo provocado por ALEMANIA en los años 40. Afirmar algo así provocaría el asombro de muchos, no sin razón.
Vamos a ver si empezamos a darle importancia a la HIGIENE MATEMÁTICA: Si te salen cifras demasiado diferentes, algo estás haciendo mal y deberías replantearte los métodos.
Otro ejemplo: en el atentado terrorista de Atocha en el año 2004, casi 200 personas fueron asesinadas. ¿Cual sería el equivalente si ocurriera lo mismo en la Grand Central Station de Nueva York? EEUU tiene una población de casi 7 veces más que la española. 200 personas en España equivalen al 0,0004% de la población española así que el equivalente en EEUU sería 1.300 víctimas. Sin embargo, 200 personas representan el 0,006% de la población madrileña; comparado de nuevo con Nueva York, que tiene una población casi 3 veces mayor, te daría 463 víctimas neoyorquinas. ¿O debemos comparar la PROVINCIA de Madrid con el ESTADO de NY? Ahí nos daría una cifra de casi 600. Esta multiplicidad de conclusiones NO ES algo SERIO. Hay algo que huele mal cuando se utiliza esta metodología.
¡Por supuesto, no digo en absoluto que rechacemos las proporciones! Son muy importantes. Si quieres saber, por poner otro ejemplo, en qué parte de España hay más personas de origen moro, no vale mirar a las ciudades más pobladas: Madrid, Barcelona. En números absolutos, por supuesto que esas ciudades tendrían el mayor número de personas de origen moro o sudamericano…simplemente porque ¡hay más gente! El siglo XX también tiene mala fama por la cantidad de masacres, pero el hecho es que el mundo fue muchísimo más violento en proporción HACE SIGLOS (las épocas que los románticos del libegalismo adoran) que actualmente. Pero ni los nazis, ni los soviets, ni el Partido Comunista de China, ni los señoríos coloniales realmente no eran unos matarifes tan efectivos como algunos piensan. En proporción, me refiero. Lo que pasa es que hoy hay mucha mas gente para matar. Hoy en día, yo nunca veo a nadie llorar por las muertes durante la Guerra de los 30 años, pero esa guerra se dio en el contexto de un mundo muchísimo más pequeño. Pero la realidad es que fue tan violenta, en términos proporcionales, que más de 70 millones de personas perdieron la vida…más que las dos guerras mundiales juntas. Saco estos datos del excelente libro de Steven Pinker, Los ángeles que llevamos dentro. En el libro, Pinker afirma una realidad que yo mismo, sin investigar, he podido comprobar en mis experiencias: el mundo hoy en día es bastante menos violento que incluso hace 30 años. Basta con ver el comportamiento de la juventud: ¿acaso hoy en día hay tantísimo matón de barrio como antes? En épocas más «ancaps», hasta era normal que pandillas de jóvenes arrojaran piedras contra homosexuales o gente «diferente». Hoy, apenas se ve eso…la gente es mucho menos dada a la violencia. Hubo épocas incluso en la cual una mala mirada te podría provocar un reto al duelo. ¿Quién hoy en día va a un duelo para defender su «honor»? Eso por no hablar de la violencia contra las mujeres y los animales, claramente en descenso.
Por eso es mejor estudiar los INDICES: x fenómeno como proporción de la población TOTAL. Por ejemplo, volviendo al tema de los musulmanes y sudamericanos en Madrid o Barcelona, se podría estudiar la proporción de ellos en comparación con la población individual de la provincia. Ahí cambia la cosa muy notablemente. Con este método, veríamos que según los datos, la Comunidad Autónoma española con más presencia de personas con orígenes extranjeros es (estoy utilizando datos que he podido encontrar del 2009…si alguien tiene mejores datos o más actualizados, que me los pase por favor), pero según estos datos, la provincia con MÁS EXTRANJEROS ES ALICANTE y le siguen otras como CASTELLÓN DE LA PLANA (bien notable allí la presencia de rumanos). Así, aunque pueda resultar al ojo más notable ver personas con rasgos no españoles en ciudades como Madrid o Barcelona, lo cierto es que si vamos a ciertas provincias y pueblos en España, la presencia se nota incluso más. ¿Alguno ha ido a Murcia? La presencia de ecuatorianos allí es asombrosa en función de la población. Claro, también se podría dar el caso matemático de que si un pueblo solo tiene 20 habitantes y 3 de ellos son extranjeros, serían el 15% de la población (¡más que ciertos barrios de Madrid!)
Podría entrar yo en una discusión larguísima sobre el matemático De Moivre y la Ley de grandes números para seguir explicando este fenómeno, pero no quiero que la entrada sea larga. Sólo diré lo siguiente al respecto: lo que es aplicable a las monedas, como en los experimentos de De Moivre, es aplicable a los genocidios y masacres también. Si calificamos los derrames de sangre en proporción de la cantidad de población eliminada, obviamente los países pequeños serán los casos más graves. Analizado de esa manera, Matthew White en su libro sobre grandes atrocidades históricas, dice que los peores ejemplos del siglo XX van en este orden: la masacre de los Herero en Namibia en manos de sus colonos alemanes, la matanza de Pol Pot contra los camboyanos, y la guerra del Rey Leopoldo en el Congo. Ni Hitler, ni Stalin, ni Mao están en la lista.
Esto presenta un problema. ¿Cuál sería la norma matemáticamente certificada para saber cuanto dolor sentir hacia un país pequeño o grande? ¿Las muertes en España, Nicaragua, Israel, Palestina…etc, cuales provocan más dolor? Una regla de oro para mí sería la siguiente: si las dimensiones de un desastre son tan grandes que podemos hablar de «supervivientes», entonces tiene sentido hablar del número de muertos como proporción de la población total. Si hablas con alguien que se escapó del genocidio en Ruanda, podría ser cualquier Tutsi. Tiene sentido, pues, decir que el genocidio aniquiló al 75% de la población. Sin embargo, sería absurdo llamar a alguien en Seattle un «superviviente» del ataque terrorista del 11 de septiembre en Nueva York. No tendría sentido hablar de las muertes en NY ese día en función de la proporción total de la población americana. Solo el 0,001% de americanos o residentes en EEUU murieron ese día. Esto es problemático…si lo comparas a Suiza, serían unas 80 muertes suizas en comparación. Algo no está bien en esta comparación.
Entonces, ¿cómo los progresistas deberíamos, lógicamente, calificar las atrocidades si no hablamos de números ni podemos utilizar proporciones? Bueno, algunas comparaciones sí son claras. El genocidio en Ruanda fue peor que el 11 de septiembre y el 11 de septiembre fue peor que la masacre en el instituto Columbine en 1999 y la masacre de Columbine fue peor que una persona muerta por conducir borracha. Hay otras, separadas por siglos y épocas radicalmente distintas, son más difíciles. ¿Fue la Guerra de los 30 años realmente peor que la Iª Guerra Mundial? ¿En qué se compara el genocidio rápido de Ruanda con la larga guerra brutal entre Irak e Iran?
La mayoría de los matemáticos diríamos que, al final, los desastres y atrocidades históricas forman parte de lo que llamamos un Conjunto parcialmente ordenado. Es mi manera pedante de decir que algunos desastres se pueden comparar, otros no. Esto no se debe al hecho de no tener números, ni proporciones o que no tengamos opiniones sobre si es mejor ser aniquilado por una bomba o morir de hambruna provocada por políticas de capitalismo sin regulación. Pero el hecho es que calificar una guerra como peor que otra no es lo mismo a comparar si un número es más grande que el otro. Esa pregunta siempre tiene respuesta (la de números), pero no la otra. Si quieres imaginar lo que significa que 26 personas mueran en un ataque terrorista, imagínate a esas 26 personas asesinadas por terrorismo, NO EN UN RINCÓN LEJANO DEL MUNDO, sino en tu propia ciudad. Esa computación es matemáticamente y moralmente intachable. No hace falta ninguna calculadora.
Cuando se calculan los grandes hecatombes históricas debe tenerse en cuenta la proporción de víctimas respecto al total de población, los medios criminales que se usaron, el grado de implicación de las instancias gubernamentales, el tiempo que duró la masacre y si la intención de sus perpetradores era exterminar a todo el mundo, a una parte etc. Más que contar muertos, que también, hay que procurar explicar la matanza. Esto implica analizar las razones de los verdugos, lo que a veces no resulta ni fácil ni grato. También el comportamiento de sus víctimas, su grado de resistencia al crimen del que son objeto. No hay matanzas desnudas, irracionales. Detrás del perpetrador siempre existe una lógica, una ideología o unas creencias, por absurdas o confusas que nos puedan parecer. No se trata de justificar nada, porque absolutamente nada justifica la muerte de una sola persona. Pero hay que entender. Hoy día, se utiliza la palabra genocidio al tun tun. Pero un genocidio es un acto criminal masivo organizado por instancias estatales o paraestatales con el objetivo de exterminar un segmento de la sociedad que se considera como el mal absoluto, una enfermedad que se debe erradicar sin contemplaciones y sin experimentar ningún complejo de culpa. El genocidio no tiene tanto que ver con el número de muertes, que obviamente es siempre muy alto, cuanto con esa idea categórica de erradicar de raíz a una parte de la sociedad portadora del mal. El terrorismo en general no es genocida. Escoge cuidadosamente sus víctimas para que su muerte cause el mayor impacto posible. Un ejemplo pueden ser los asesinatos selectivos de los israelíes. El terrorista busca la publicidad. El genocida busca el secreto, porque sabe que su crimen masivo es inadmisible. Hitler, Stalin, Mao, el imperialismo etc. Son ejemplos de genocidio muy conocidos. A veces, las autoridades pueden tener la tentación de eliminar un problema terrorista exterminando no ya a los terroristas sino a una parte de la población que considera vinculada de una u otra manera a los insurgentes. Es el estado terrorista para combatir paradójicamente el terrorismo. Esto sucedió en Argentina en los años 70. Los grupos guerrilleros dieron muerte a 687 personas. La respuesta del Estado, sobre todo del ejército, fue organizar una guerra sucia clandestina en donde se asesinó a miles de personas presuntamente contrarias a la civilización cristiana y occidental. Entre 1976 y 1979 se hicieron desaparecer a 9000 personas, aunque la cifra total de asesinados fue mayor. Un ejemplo terrorífico de genocidio a pequeña escala.
En efecto, el terrorismo no es genocidio (como afirman voces derechistas en Espana cuando tratan el tema de, por ejemplo, ETA). Buen ejemplo también el de Argentina durante los años 70. También hubo otros ejemplos en Latinoamérica en los 80, aunque en menor medida.
De hecho, muchos legisladores han intentado equiparar terrorismo con genocidio, en una ampliación brutal e inaceptable del Derecho Penal, para así tener más justificación de perseguir a terroristas sin ninguna garantía procesal.
Efectivamente, así es. En España ha habido algunos intentos de acusar a la organización terrorista ETA de genocida. ETA era una organización clandestina, criminal y terrorista, qué duda cabe, pero no genocida. 858 asesinatos desde 1968 es una cifra terrible, pero no un genocidio. De hecho, los crímenes etarras eran cuidadosamente selectivos, para hacer el máximo daño posible con el menor riesgo para los terroristas, y tener una gran repercusión mediática. La generalización abusiva de términos como genocidio, socialismo, terrorismo, fascismo o liberalismo refiriéndose a las cosas más variopintas hace a veces imposible una discusión racional.