Contra el individualismo democrático: Conclusiones

Como ya os decía anteriormente, no podemos hacer nada efectivo contra la peligrosa revolución de las comunicaciones instantáneas y redes sociales. Y sé que no suena nada bien criticar las redes sociales en el clima ácrata en el que vivimos, pero desde un punto de vista de liderazgo, no es un auge positivo necesariamente, políticamente hablando. Por eso quiero proponer unas recomendaciones para intentar poder darle a los partidos políticos- y más importante aún – sus políticos/dirigentes, más influencia en las elecciones y en consecuencia, sobre cómo gobiernan sus afiliados. Lo más ideal sería un proceso orgánico en todo esto, dirigido por incentivos nacionales electorales.

Repito para los que no quieren leer mucho: es IDEAL darle más protagonismo de nuevo a los partidos políticos y NO a individuos en concreto. Recomiendo un gran estudio de los politólogos Ray La Raja y Brian F. Schaffner. Lean por favor el estudio. Os escandalizará pero es la realidad. Ellos demuestran en su estudio que si los partidos cuentan con más dinero público, existen poderes políticos mucho menos polarizados. Ellos afirman que los partidos hacen eso cuando disponen de más recursos públicos porque entonces pueden apoyar a candidatos moderados que no tienen como incentivo darle protagonismo a los deseos excéntricos de un puñado de millonarios que financian las campañas como pasa en el terrible sistema anticuado y elitista anglo-norteamericano.

Yo creo que en un sistema como el español o useño, que se rige por el dinero privado…es extremadamente difícil impedir que el dinero de los más poderosos inunde esas vías. Sí, se puede regular por la ley, pero como la práctica ya ha demostrado en USA, no es muy efectivo porque hay decenas de otras maneras alternativas para dar dinero fuera de los cauces legalmente establecidos. Por eso lo mejor es aceptar esa realidad desagradable e incentivar que el dinero fluya no a un candidato sino conjuntamente para los intereses colectivos de un partido u otro.

Me he centrado en todo este artículo y el anterior en un tema: la necesidad de volver a darle vigor a los líderes de los partidos y su capacidad para unificar «las masas».

Los teóricos han hablado mucho de temas como «la separación de poderes». Pero poca atención se ha dado a la NEGOCIACIÓN. Esa palabra suele escandalizar a los románticos en nuestros países y en España lo vemos cuando mucha gente (yo no, desde luego) exige mas «transparencia» como solución a sus ansiedades democráticas. En nuestro sistema, resulta harto difícil justificar las negociaciones en secreto. Pero si comparas el ámbito en el cual las negociaciones internacionales exitosas tienen lugar (bueno, al menos antes de Wikileaks, ajem) al sistema doméstico en el que siempre hay que estar fingiendo la «honestidad» y «dar la cara en transparencia», vemos que poco al final se hace…poco se gobierna, poco se resuelve.

En EEUU, aprobaron la famosa ley conocida como «Gobierno bajo el sol» en 1976. Esta ley obligó a partir de ese momento a que los comités legislativos congresionales fueran abiertos al público. Pero en sucesivas encuestas a Senadores, ellos han dicho la verdad: esa ley provocó un grave declive en su capacidad para negociar y tomar decisiones políticas difíciles a cambio de beneficios personales o para su propio partido. Si lo que necesitamos es más negociación y «entendimiento» entre nosotros los que estamos metido en políticas, especialmente en estas épocas tan crispadas y divididas, necesitamos menos moralina y más realismo práctico sobre cómo se negocia efectivamente. Nadie me podrá negar que toda negociación por la paz, de toda la vida, se ha celebrado en secreto. ¿Qué nos hace pensar que la negociación abierta al público en todo sobre temas tan complicados reduciría los problemas? De hecho, los agrava.

Por supuesto, soy consciente de que estas exigencias para «más transparencia» se dan en un contexto de preocupación honesta sobre la corrupción. Una manera de reconducir este debate es hablar menos de la transparencia de PROCESOS y más sobre la transparencia de las RAZONES que conducen a tal o cual decisión. Así fue como, por ejemplo, se aprobó la Constitución española. Las negociaciones no estaban abiertas al público, pero posteriormente hubo una ratificación pública de mucho tiempo y debate en un proceso prolongado y abierto.

Tenemos que pensar más en los beneficios de la autoridad centralizada dentro de los partidos políticos y desalentar las fuerzas de la fragmentación política que tanto beneficia al capital. Los partidos FUERTES son la ÚNICA MANERA en nuestra sociedad actual de tener un órgano efectivo que permita pactos y negociaciones fundamentales de interés para la clase trabajadora. Dicho de otra manera: el problema NO SON los partidos políticos. Al contrario, el problema es LA FALTA DE AUTORIDAD o poder que actualmente tienen los partidos.

Hay varios problemas con esto y soy consciente de ello:

1. Cualquier cambio o intento de volver a darle más poderes a los partidos y sus líderes será visto por la población española como un conflicto maniqueo entre «el pueblo» y «las élites» del partido. Pero yo sigo insistiendo en lo inicial: en nuestra época, la revolución de las comunicaciones engendra mucha más polarización así como fragmentación política en la cual cada usuario tiene su propio gueto informativo y lee lo que quiere leer, no lo que debe necesariamente.

2. Los españoles en general sienten una gran desconfianza brutal hacia los partidos políticos. Tienen una visión romántica-individualista, al igual que ocurre con los anglo-norteamericanos. Quieren controlar a los partidos y de ahí llamamientos constantes para celebrar «primarias». Por eso no cabe otra que nosotros defendamos enérgicamente los partidos así como el liderazgo del mismo como alternativa a esa locura de las primarias que solo sirve como espectáculo individualista en países que ya lo tienen, dándole un protagonismo excesivo a los que cuentan con más dinero. Véase el bochornoso espectáculo de Donald Trump en USA. NO QUEREMOS ESE MÉTODO AQUÍ.

Cuidado con invocar palabras como «igualdad política», «libertad» o «libertad de expresión» en sentidos demasiado idealizados y románticos que ignoren o no tomen en cuenta seriamente las consecuencias que conlleva institucionalizar estos valores sobre cómo gobernar efectivamente y sobre el poder político central necesario. Centremosnos más en los hechos empíricos de la organización de los partidos políticos.

Ya sé que nadie me va a aplaudir por escribir estas cosas. ¿Quién aplaude a un llamamiento como el que estoy haciendo de darle más poder a los partidos en una época en la cual la gente odia muchísimo a los partidos? Nadie va a manifestarse en la calle gritando «QUE VIVAN LOS PARTIDOS!» Lo entiendo. Todo lo que digo aquí es contrario al «ADN» del españolito medio.

Pero para eso estoy aquí hoy: para cuestionar esas sensibilidades románticas. Ante el panorama actual del declive del orden democrático-político en España, deberíamos centrarnos mucho menos en la «participación ciudadana» como solución mágica a todos los problemas y más en la dinámica sobre cómo facilitar la organización efectiva del poder político. He intentado hoy daros un panorama distinto en ese sentido y defender un criterio institucionalista para nuestros tiempos.

3 comentarios

  1. Aristócrata · ·

    Hay otros sistemas políticos que no necesitarían que surgieran de las «masas populares viscerales». Ese sistema sería el de elección de personas de probada capacidad para resolver problemas reales en empresas o en la administración pública y de impecable ética, sin aglutinarse mediante partidos políticos. Esas personas estarían en situación de ser candidatos siempre. La gente no elegiría a un partido, con el poder y corrupción que conlleva, sino a una persona como presidente de una lista elegida por una Junta de Jueces que evaluarían a los posibles candidatos de entre los que desearían ser elegidos para ser o no introducido en la lista, de acuerdo a unos criterios objetivos de valía, profesionalidad y aptitud. De esta forma, ni los ministros ni altos cargos, también elegidos de esta forma, primero con el filtro judicial y luego con un sistema de votación electrónico (nos ahorraríamos mucho dinero en propaganda política).Las listas haría que no existiría ninguna afinidad ni siquiera amistosa entre las partes, como sucede en una empresa. Este sistema con un buen soporte judicial de control se denominaría aristocracia, en detrimento de la democracia, que es la solución intermedia que se ha buscado hasta ahora y se ve claramente que no vale para solucionar problemas a un Estado.

    Ve, no todo es negro ni blanco. Hay matices. A mí tampoco me gusta la plebe desinformada intentando aupar a un candidato sin partidos, pero es que el mismo efecto sucede cuando elegimos partidos políticos, que solo sirven a los suyos, enchufan a los suyos y trabajan para los suyos y para la empresas o sectores tecnológicos o industriales asociados. Cuántas veces no han mentido en un programa electoral y luego han hecho lo que les ha dado la gana. Hay que elegir ética, honradez y capacidad, no gente que por ser un imberbe y meterse en un partido político y llevar 20 años, le hacen presidente. No, por favor, que se nos va España a la m…

    Sé que esto parece una película de ciencia ficción, pero no hay mayor sistema que aquél que esté controlado primero por órganos judiciales que velen por la calidad de los candidatos y luego sea el pueblo el que elija después de haber pasado ese filtro. Además, las opciones de candidatos serían múltiples y las ideologías desaparecerían. ¿Quién en su sano juicio cree todavía en «izquierdas» o «derechas»? ¿No fue Franco un intervencionista-socialista y luego perseguía rojos? No deben existir ideologías sino formas prácticas de beneficiar al máximo número de personas siguiendo el utilitarismo lockeiano. Y el sistema mejor es la Aristocracia, gobierno, reitero, de los mejores. El Estado no debe de atesorar poder en manos de irresponsables, codiciosos o vendidos a la multinacional de turno. El Estado somos todos los ciudadanos, y si la soberanía reside en el pueblo, el pueblo debería decidir por su mejor bienestar, no el de las élites financieras ni empresariales. No se confunda plutocracia con aristocracia.

    Será el sistema del futuro. Igual no lo vemos en nuestras generaciones, pero al final, alguien con talento tomará este sistema y será lo mejor para el pueblo. Los que deben gobernar son los mejores y los menos ladrones, y la estructura de partido político lleva a la corrupción animada por una politización de la justicia grosera y grotesca. Un partido significa «tú no estás y no te favorezco, tú sí y a ti te ayudo». Un hombre de Estado libre de esas consignas velaría por el bien del pueblo en general pues además está aséptico del grupo (partido) que excluye a los demás por su propia naturaleza de existencia.

    Saludos,

  2. Aristócrata:

    Antes que nada gracias por su comentario.

    «a una persona como presidente de una lista elegida por una Junta de Jueces que evaluarían a los posibles candidatos de entre los que desearían ser elegidos para ser o no introducido en la lista, de acuerdo a unos criterios objetivos de valía, profesionalidad y aptitud. De esta forma, ni los ministros ni altos cargos, también elegidos de esta forma, primero con el filtro judicial y luego con un sistema de votación electrónico (nos ahorraríamos mucho dinero en propaganda política).Las listas haría que no existiría ninguna afinidad ni siquiera amistosa entre las partes, como sucede en una empresa. Este sistema con un buen soporte judicial de control se denominaría aristocracia, en detrimento de la democracia, que es la solución intermedia que se ha buscado hasta ahora y se ve claramente que no vale para solucionar problemas a un Estado.»

    No me parece un sistema adecuado para los intereses de la clase trabajadora. Como usted bien dice, es un sistema antidemocrático y eso es anatema a mis valores para la política.

    «A mí tampoco me gusta la plebe desinformada intentando aupar a un candidato sin partidos, pero es que el mismo efecto sucede cuando elegimos partidos políticos, que solo sirven a los suyos, enchufan a los suyos y trabajan para los suyos y para la empresas o sectores tecnológicos o industriales asociados.»

    Pero porque, a ver, se ha enfocado mal este problema de enchufismo a ultranza. Es cierto que los partidos solo sirven a los suyos, pero es que eso es lo normal — que representen los intereses de su gente. Ahora bien, sí es verdad que hay enchufismo injusto….pero eso no lo vamos a resolver con aristocracia ni con un sistema ácrata. Siempre habrá enchufismo, la cuestión es cómo reducir sus efectos negativos para que, de haber enchufismo, al menos que estuviese mucho más repartido de tal manera que nadie estaría excluido en según qué ámbitos.

    «Cuántas veces no han mentido en un programa electoral y luego han hecho lo que les ha dado la gana. Hay que elegir ética, honradez y capacidad, no gente que por ser un imberbe y meterse en un partido político y llevar 20 años, le hacen presidente. No, por favor, que se nos va España a la m…»

    Totalmente de acuerdo con esto. De hecho la gente más ignorante y más incompetente que he conocido en mi vida han sido los políticos españoles y las clases, «acomodadas» por decirlo de alguna manera educada.

    Dice:

    «No deben existir ideologías sino formas prácticas de beneficiar al máximo número de personas siguiendo el utilitarismo lockeiano.»

    Esto es más bien utilitarismo de Bentham…y estoy TOTALMENTE a favor. De hecho es una de las cosas por las que más he luchado por palabra — que la política se debe hacer con este objetivo utilitario.

    «Y el sistema mejor es la Aristocracia, gobierno, reitero, de los mejores. El Estado no debe de atesorar poder en manos de irresponsables, codiciosos o vendidos a la multinacional de turno.»

    ¡Claro! Pero precisamente esto se ha visto en los partidos cada vez más POR SU PÉRDIDA de autoridad, no al revés. Es decir, muchas veces los políticos, a falta de recursos como los que tenían antes, se han visto obligados a venderse a multinacionales. Y no nos engañemos, cualquiera de nosotros lo haría a falta de alternativas viables de gobernanza.

    «El Estado somos todos los ciudadanos, y si la soberanía reside en el pueblo, el pueblo debería decidir por su mejor bienestar, no el de las élites financieras ni empresariales. No se confunda plutocracia con aristocracia».

    Entiendo…aunque me parece indeseable que un grupo de jueces lo decida todo. Eso es supremacía judicial.

  3. Aristócrata · ·

    Cada uno tiene su punto de vista. Nada más que decir. Solo que falta justicia y separación de poderes. Los jueces lo son por profesión, entienden de ella y están toda la vida ejerciendo. Los políticos son gente que pasan por el poder. Por eso me parecería justo que los jueces tuvieran supremacía a la hora de hacer ese sistema, que puede ser criticado hasta llegar a un punto de consenso (pues es una idea mía que puede ser depurada, efectivamente) para que en España no gobierne la cleptocracia política en manos de compadreos con multinacionales. Eso no es mercado libre. El gobierno debe favorecer a todos, ricos y pobres. ¿Por qué a una SICAV se le tributa al 1 – 2 % y a un minus-mileurista con casi el 10 % en el IRPF en la nómina? Tenemos un sistema totalmente injusto y los ricos son los que más deberían pagar, y así que la desigualdad creciente entre ricos y pobres no sea tan abrupta, cada vez más.

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