Bueno antes que nada, como ya os decía, estoy hospedándome en «York Avenue» (barrio del «Upper East Side») gracias a la amabilidad de un ex-compañero de clase que no usa esa vivienda. El piso está dentro de lo que aquí se conoce como un «townhouse» (es muy típico de Londres y otras ciudades de origen inglés). Esto era una casa-mansión de tres plantas y el sótano pero a lo largo de los años la han ido haciendo en vivienda de distintas familias. Este barrio es lo más «fino» de la ciudad aunque si de verdad quieres lujo, hay que vivir a partir de Park Avenue, Madison o la 5ª Avenida. A mí me gusta la austeridad, no la ostentación de riqueza así que ese lado del barrio lo tendré como referencia para cuando ya tenga el suficiente prestigio profesional. Esta zona sigue siendo lujosa, pero es un pelín menos «establishment». Eso sí, todos los bares de esta zona son para «caballeros» y la mayoría tiene un código de vestimenta como me gusta a mí – no se permite llevar vaqueros en la mayoría de los sitios y hay que llevar camisa con cuello – nada de zapatillas deportivas, por supuesto. Se va a tomar copas, no a un gimnasio.
Bien, ahora vamos a temas importantes – la «igualdad». Al margen de algunos «liberales» en España, creo que casi ningún joven con principios políticos (sea de los que sean) esté en contra de este concepto. Lo que sí se detecta es mucha confusión acerca de qué debemos igualar o qué significa la igualdad para un liberal.
Hay que centrarse en reformas del mercado que inciten a una distribución más igualitaria del poder económica y sus recompensas antes de que el Gobierno de turno recaude o siga subvencionando «programas públicos» de todo tipo. En vez de intentar «igualar» los resultados injustos que surgen del mercado a través de impuestos y gasto público, hay que ser más creativos y hacer un poco de ingeniería a los mercados para que salgan resultados más justos desde el principio.
Vivimos en un mundo de economías débiles y hay menos necesidad para recaudar más agresivamente. También vivimos en un mundo hostil al concepto de la redistribución de la riqueza y los impuestos. Sin duda, hay muchas cosas que un gobierno puede hacer para fomentar más igualdad en los resultados del mercado sin gastar dinero. Por ejemplo, si os fijáis en el caso de Bolivia, allí han puesto límites a las subidas de tasas para el transporte público, han legislado a favor de un salario mínimo y en otros países han aumentado el número de representantes de los trabajadores en las empresas para que decidan conjuntamente con la patrona qué subidas salariales son necesarias o justas.
A mí me gusta mucho lo que ha dicho el FMI al respecto después de muchas investigaciones: la mejor forma de reducir las desigualdades que se producen antes de los impuestos es aumentando la capacidad negociadora de los asalariados. Eso significa tener una legislación laboral razonable y sin demagogia – ni todos los trabajadores son «guena gente» ni todos los empresarios son fuente de riqueza. Es más, hay muchísimos más empresarios que seguramente no deberían operar sus negocios con la impunidad que gozan.
Hay otra alternativa algo más radical pero bastante liberal también en la historia de la libertad. El economista famoso James Meade publicó un libro en 1964 titulado «Eficiencia, igualdad y la titularidad de la propiedad». En este libro, se defiende lo que él llamaba una «democracia de propietarios». Esto se conseguiría a través de la alteración del poder económico de los individuos en un mercado. Por eso, hace falta una redistribución notable del control sobre el capital humano (o no). Con este sistema, haría falta invertir en educación y formación a la vez de darle a cada ciudadano algún tipo de acción o titularidad sobre algo. Esta distribución fomenta el respeto y el incentivo económico. Tendríamos un país o sociedad mucho menos dependiente a los empresarios de todo tipo y más autosuficiente. Cuando las personas tienen una seguridad básica, pueden rechazar empleos esclavistas o poco remunerados – esto sube los sueldos por necesidad y reduce la desigualdad. Es imposible que alguien de verdad piense que un chaval que nazca en Orcasitas, Madrid tenga exáctamente las mismas oportunidades que un señor que hereda toda su fortuna. Hoy en día, además, se castiga mucho a los sueldos (impuestos) pero poco se hace en esta materia cuando se trata de riqueza inactiva o acumulada. Esta, prácticamente, no paga muchos impuestos.
Mañana os comentaré sobre qué significa la «igualdad de resultados» y por qué mucha gente en la derecha confunde eso con algo muy indeseable. Mi objetivo es corregir esa falacia de percepción y ofrecer unas soluciones. Obviamente mis criterios no serán del agrado de los lectores de Libertad Digital, pero ya hemos convenido en que esos realmente no son liberales sino que no saben ni lo que son (pero liberales no, desde luego). Sabemos lo que NO son, pero tampoco tenemos tan claro realmente qué es lo que son.
Hombre, reconozco que es original esa introducción sobre los exclusivos lugares que frecuenta en su nuevo barrio justo antes de hablar de la igualdad con un artículo que parece de izquierdas. Incluso pone ejemplos como Bolivia.
Especialmente me ha gustado esta frase:
«la mejor forma de reducir las desigualdades que se producen antes de los impuestos es aumentando la capacidad negociadora de los asalariados»
Totalmente de acuerdo. La lástima es que hoy en día ocurre exactamente lo contrario: los trabajadores que todavía conservan su puesto están tan acojonados que no tienen ninguna capacidad negociadora.
Celebro que trate el tema de la igualdad, porque me parece interesante y es uno de esos conceptos políticos que, en los tiempos que corren, ya casi parece pasado de moda.
Un saludo.
Pues la verdad, molondro, es que los sitios de «exclusividad» precisamente es donde más se habla de este tema y ¿se puede imaginar por qué? Porque realmente hay mucha gente en este barrio que no está nada a gusto con este «nuevo» capitalismo más bien chantajista que nada tiene que ver con un capitalismo responsable o «smithiano» – no olvidemos que Smith tenia el objetivo de la igualdad pero una igualdad entendida como que toda persona tuviese una igual titularidad sobre los medios de producción que permitieran ejercer una libertad sin dependencias a terceros (a diferencia de la esclavitud o dependencia económica).
En cuanto a Bolivia, menciono ese país precisamente porque no soy dogmático y si hay algo digno de mención, lo digo. ¿Usted se imagina lo poco serio que sería este proyecto si yo me dedicara a repetir los «eslogans» que dictan los medios de comunicación? No sería independiente ni mucho menos liberal.
Leí una pintada el otro día por aquí que decía «En Europa hay guerra social ahora mismo y en Bolivia se respira más bien paz». No sé si lo de paz en Bolivia será cierto pero sí sé que en Europa hay una guerra social y están pisoteando la democracia con impunidad.
Saludos