El exceso de moralina: La moral de un abogado

Mi relato para hoy tiene que ver con el papel del abogado. Como ejemplo, hago referencia inmediata a una novela magnífica del siglo XIX escrita por Anthony Trollope, Granja Orley. Desde el principio, se nos dice que la Señora Mason ha cometido un delito – como esposa joven, falsificó la firma de la voluntad de su marido, un anciano. Además, no satisfecha con eso, falsificó la firma de TRES testigos para poder asegurarse de que la granja sería heredada a su hijo menor – una petición que su marido, con mucha crueldad, se negaba a satisfacer. Sabemos todo esto porque, como ya he dicho, el escritor nos lo dice desde el principio, y el escritor lo sabe porque se lo inventó – los escritores de ficción y novelas tienen muchos problemas, pero nunca problemas epistemológicos. La señora Mason confiesa la verdad solamente a dos de sus amigos, pero sus cuatro abogados defensores lo sospechan. Los abogados deciden representarla de todas forams, y lo hacen con vigor y dedicación. Pintan como gilipollas a uno de los testigos, a pesar de que sospechan que está diciendo la verdad. Destapan la poca fiabilidad de otro testigo, que de hecho resulta ser poco fiable, a pesar de que aquí, de nuevo, sospechan que está diciendo la verdad. Impugnan los motivos manifiestamente indignos de los testigos, a pesar de que creen que sus quejas tienen validez moral. Explotan los sentimientos del jurado pintando a la señora, en general de forma honesta, como una dama respetada de sociedad que ha llevado a cabo una vida impecable tanto antes como después de la muerte de su marido. Uno de los abogados participa en esto porque se siente impactado por Mason (y también por motivos profesionales – ganar dinero). Otros dos abogados lo hacen «porque son» abogados y eso es lo que toca. Y otro, el alter ego del escrito, siente compunciones agudas, a pesar de tener un papel limitado en el caso. Al final, claro, el jurado absuelve a la dama. La moral de la novela, como yo la entiendo, es que los abogados se comportaron como cómplices de la señora de forma vergonzosa, para impedir la búsqueda de la verdad y el triunfo de la justicia.

Cuento esto para introducir la famosa pregunta: ¿Los abogados actúan de forma inmoral cuando se comportan en su papel profesional de manera que sería inmoral en su vida personal? Trollope lo pensaba, evidentemente y a pesar del punto de vista dominante – que era y sigue siendo el siguiente: Un abogado no está obligado a juzgar la moral de la causa de un cliente, sino servir, dentro de los límites de la ley y las tradiciones profesionales establecidas históricamente, como partidario fanático y leal de esa causa. Este principio está plasmado en casi todos los reglamentos de abogados profesionales en países libres.

Sin embargo, Trollope hoy se sentiría en casa, porque llevamos un par de décadas en las que abogados académicos y gente obsesionada con la ética ha atacado esta tradición aceptada.
Uno de los críticos distinguidos de este movimiento ideológico, el profesor estadounidense Applebaum, ha llegado a decir: «Las instituciones y los papeles que crean no pueden inventar permisos morales para poder hacer lo que está normalmente moralmente prohibido. Otros críticos, mucho menos sofisticados, me han llegado a decir: «El papel de un abogado tiene su riesgo moral, porque si los objetivos del cliente son injustos, el abogado se hace cómplice de un criminal y destruye la justicia, no solo de forma pasiva, sino como agente activo de la injusticia».

Yo no puedo compartir ese criterio. Voy a defender que un abogado sí puede defender cosas «inmorales».

Estoy de acuerdo en que hay un riesgo moral para un abogado que represente a un cliente que haga algo que ese abogado considere inmoral. Pero, ponerse en peligro de cometer un error moral no es lo mismo que cometer el error moral. Algunos sí hacen ese salto y me parece un ejemplo de exceso moral. Por supuesto que yo, actuando en mi capacidad personal, intencionalmente ayudo a otro a hacer algo inmoral, me convierto en cómplice moral del malhechor o el inmoral.

Los abogados de defensa no son, como pensaba Trollope, cómplices morales de los males que han cometido sus clientes culpables buscando escaparse de la justicia. El papel de un abogado en un sistema liberal, sobre todo el que existe en Estados Unidos, totalmente «adversarial», es asegurar que el Estado ESTRICTAMENTE CUMPLA CON LAS CONDICIONES que la ley IMPONE al Estado a la hora de éste castigar a los criminales. Esto nos protege a todos, no sólo a los culpables, contra los errores y abusos o excesos del Estado cuando decide castigar. Esa protección nada discutible para liberales se vería gravemente afectada si fuera moralmente dudoso que un abogado representara a clientes que muy probablemente son culpables. ¿De qué serviría el concepto de abogado defensor, que ningún demócrata liberal cuestiona, si no pudiera defender? La Justicia es algo mucho más complicada que eso de «encerremos a los malvados».

Toma el ejemplo de lo que pasó en China hace poco: un fiscal, convencido de la culpabilidad de un político oficial imputado por el delito de recibir sobornos, imputaron a su abogado también por haber intentado obtener pruebas «de forma ilegal» (y lo encerraron durante cinco meses) porque era «muy agresivo» y buscaba testigos y documentos que contradicen la historia policial oficial. No estoy muy seguro si Trollope y sus seguidores en esta página web estarían disgustados por eso – igual ya les he dado una idea para que lo aplique Gallardón.

Ahora bien, yo no niego la virtud de los abogados que dedican sus talentos legales para alargar sus ideales morales. Tampoco niego que cada abogado debe ser libre a la hora de decidir qué casos defender, por motivos morales o sociales o religiosos. Lo único que yo intento contestar aquí es esa acusación de que un abogado es moralmente sospechoso si no se niegan a defender un caso particularmente «inmoral». No se puede ser dogmático en estos casos, pero hay dos consideraciones que me preocupan sobre el exceso de fanatismo moral que tenemos actualmente.

En primer lugar – hay un valor que inmediatamente ponemos en peligro si imponemos deberes morales a un abogado a la hora de juzgar las acciones de su cliente – el valor de la autonomía individual profesional, la libertad que tiene una persona para buscarse la vida dentro de la ley si así lo quieren. Los abogados usan la libertad autónoma de otros usando sus conocimientos legales y privilegios para ayudar a clientes conseguir derechos que LA LEY LES OTORGA.

En segundo lugar, es obvio que los juicios morales no son fiables ni debatibles. Puede que en una sociedad u otra existan ciertos principios morales que nadie cuestiona, pero estos acuerdos suelen ser muy generales y a menudo estamos en desacuerdo sobre qué significado tienen, qué alcance deben tener y cómo aplicarlos. ¿Tengo que mencionar el debate sobre el aborto y la eutanasia?

Necesito ejemplos para ilustrar estas dos consideraciones. Piensa en un empresario de la construcción que compra un edificio en un pueblo pequeño y contrata a unos abogados para subir los alquileres. Resulta que uno de los inquilinos es una cooperativa de arte que muchos vecinos piensan sirve los intereses de la comunidad, pero que tendría que cerrar si se suben los alquileres. ¿Crees que es inmoral si los abogados continúan con sus labores?

Por mucho que sea socialmente deseable que la cooperativa de artistas siga abierta, me parece que trivializar la moral aquí es poco serio – y es poco serio concluir que los abogados son unos criminales morales si representan a los empresarios. Otro ejemplo: piensa en los abogados que representen a la Casa del Libro en España – para que éstos abran más tiendas en detrimento de las pequeñas librerías. Yo soy una de esas personas que detesta los centros comerciales y las grandes cadenas. Si mañana nos despertáramos con la notícia de que un grupo de anarquistas quemó todos los centros comerciales de Madrid, yo no derramaría ni una lágrima. Sin embargo, no puedo pensar que esos abogados estén actúando de forma «inmmoral» si ayudan a una gran empresa poder realizar sus negocios legales. Los abogados, en estos dos casos, están justificados: están cumpliendo con su papel institucional para hacer realidad los derechos y remedios que las leyes otorgan a los individuos y empresas. Vivimos en una sociedad competitiva, libre, capitalista – mucha gente deplora los excesos y prefieren un sistema jurídico más amable, mientras que otros están encantados con el sistema, y me parece excesivo echarle la culpa a los abogados por motivos morales, solo por el hecho de que no tienen la misma moral que tú. No hace falta estar «de acuerdo» con las ideas de De Juana Chaos el etarra para estar a favor que debería tener los mismos derechos procesales que los demás reos.

La mayoría de vosotros los que estáis en contra de lo que digo hoy no sois más que una colección lamentable de mojigatos.

Próximamente, más.

3 comentarios

  1. Y, cómo no, para varias, esta nueva del sinvergüenza Gallardón:

    http://www.abc.es/20120411/espana/abci-interior-internet-convocatorias-201204111142.html

  2. Adrilón · ·

    Estoy completamente de acuerdo con esta entrada, Alfredo. Ha hablado usted del caso de Juana Chaos como ejemplo, pero es que hay algo además que seguramente escandalizaría a más de uno. Y es que, en el caso de estas personas, muchas veces se ha objetivizado sobre su moral particular, insinuando de esa forma que sus victimas tienen más moral que ellos o «moral superior». Todo liberal debería pensar dos veces antes de ser un fanático de la moral, porque la historia demuestra que se usa para cometer abusos de todo tipo. Y donde digo De Juana lo mismo podría decir por otros muchos individuos ahora vilipendiados, mañana convertidos en héroes. Todo esto es, como usted dice, bastante subjetivo.

    Un gran saludo

    PD: Ignore usted a gente como Adán, que no usa la cabeza para pensar. Precisamente, yo vengo a esta web por los artículos interesantes suyos y también los de Rubén. ¿Será que sois unos conspiradores judeo-masónicos?

  3. Sí, debe ser eso, que somos «peligrosos conspiradores». Bueno, también lo fue Cromwell, y bien por él y por lo que consiguió para su país. ¿Adán? Yo ya ni me acuerdo de ese señor. A mí me preocupan las cosas importantes, no si un falangista se siente ofendido.

    Tema Juana Chaos y la moral – efectivamente, esto es una cuestión de principios que queremos defender. Es obvio que los intereses que tenemos los liberales, el de tener un país libre, próspero y democrático, no lo comparte alguien como de Juana Chaos, que prefiere un país sovietizado, caótico, nacionalista y todos esos males de Europa. Por eso se le debe combatir con los medios que tengamos – a él y a gente como él. Ahora bien, por supuesto, nadie tiene una moral superior a él. Mucha gente confunde el hecho de que algunos exteriorizan más sus pretensiones con «ser más inmoral». De Juana Chaos asesinó a policías (en la mayoría de ocasiones – de hecho, sólo hubo una víctima «civil» entre sus «actividades»). Obviamente ya cumplió con esas sentencias que las propias leyes españolas le imponen, y la gente se escandaliza cuando matan a policías – pues los policías no deben ser considerados «superior» en lo moral ni en daños al resto de la humanidad. Todo lo contrario – siempre hemos de ser más recelosos con los agentes de la autoridad, que no están para defender al «pueblo» ni estupideces míticas que cuentan algunos personajes. La realidad es que la mayoría de los policías lo son por EL SUELDO y porque es un trabajo PÚBLICO. No están allí porque quieran «defender a España de malvados como de Juana Chaos». Esto no significa ser «anti poli», que para eso ya tenemos a los anarkas y otros tontos. Pero, tampoco hay que estar a favor de la policía «siempre».

    Por último, no tengo ninguna duda sobre lo de la huelga de hambre que hizo de Juana Chaos – fue su decisión y se le tendría que haber dejado morir.

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