Esta nueva serie ofrecerá a los lectores mis críticas sobre los peligros de un moralismo entusiasta, fruto del fanatismo y no de la reflexión, que yo llamo moralina excesiva. Identificaré tres instancias actuales de esto, particularmente en el Derecho Penal, y ofreceré reflexiones sobre los rasgos de la moral que son ocultados por este fanatismo. La primera instancia de esto tiene que ver con las obligaciones morales de los abogados, no solo en materia de Derecho Penal, sino en todas las esferas jurídicas. Hay mucha gente hoy en España que pretenden tacharnos de «inmorales» a los abogados, cuando representamos clientes moralmente desagradables para ellos o tienen la premisa que lo que está mal para un particular, también está mal que lo haga un abogado. Yo afirmo que esto es una hipérbole que subestima la fuerza moral de un papel profesional institucional. La segunda instancia de esto es el principio que está surgiendo en el Derecho Penal español que priva a un individuo moralmente «sospechoso» de obtener unas defensas legales que sí tendrían en su defecto – un ejemplo de esto es por supuesto el caso del «machismo» – las mujeres en España tienen ahora más derechos procesales contra los hombres, lo cual es una aberración. Esto lo único que hace es invitar a juzgar con moralina subjetiva a ciertos individuos, y esto es antitético a los valores de los principios que conocemos como el «Imperio de la ley». La tercera instancia es la crítica muy común contra el Derecho Penal que dice que el sistema es moralmente «defectuoso» en el sentido que no permite una excusa legal a imputados que son moralmente perdonables porque no tienen un nivel alto de inteligencia, carácter o personalidad. Esta postura en primer lugar es insensible a los imperativos que tiene un sistema de castigo institucional, y segundo, ofrece un concepto de eximente moral tan amplio que amenaza la práctica de echarle la culpa a alguien por motivos morales. Concluiré con observaciones sobre la paradoja que a veces puede ser «bueno» hacer algo malo, y a veces «malo» hacer algo «bueno» o «moral».
—————————————————
Introducción:
El tema para hoy es el exceso moral, un fenómeno paradójico pero bastante conocido. Toma el ejemplo del fanatismo moral – estar tan seguro de tu postura moral que barrer a todos los que no están de acuerdo es la única opción racional, cuando no un deber divino. Esto ya lo dijo el gran jurista liberal Oliver Wendell Holmes Jr, por cierto, en su defensa a la libertad de expresión. Ninguna época de la historia humana ha estado libre de este fanatismo. Luego tenemos los excesos que nacen de una sed de venganza, inflamada por el miedo, como el trato al señor De Juana Chaos en España, que ya había cumplido su condena o los comentarios de muchos españoles sobre los presuntos asesinos de Marta del Castillo. Pero estas cosas no son mi preocupación principal. Solo las doy como ejemplos para que veais lo normal que es este excesivo moralismo en el Derecho Penal. Mañana, hablaré sobre la moral de los abogados y un caso particular.
De Juana Chaos no era más que un hijo de puta que debería haber sido EJECUTADO en la plaza del pueblo. Y usted se refiere a el como «el señor» de Juana Chaos. Yo no voy a volver a leer más esta web, donde se protege a los etarras y encima como si fuera algo normal. Ojalá nunca te pase lo que mucha gente ha sufrido en este país en manos de vuestros protegidos. Sois la escoria y luego os preguntais por qué la gente normal odia a los abogados.
¿Tonterías las justas? Pues le hace injusticia a su nick, pues ha dicho una cantidad vergonzosa de tonterías, ignorante.
Estoy seguro que usted no es tan valiente como en su comentario, aunque le guste gritar mucho. Sí, claro que me refiero a él como el «señor de Juana Chaos» – cosas de hablar correctamente. Dígame. ¿cómo quiere que me refiera a alguien en un artículo? Un asesino también puede ser un señor y encima un «señor» con el sentido que usted quiere darle a la palabra – no hay más que ver a Hitler o Stalin. Los dos eran señores con mayúsculas, a diferencia de usted por supuesto, que no es más que un gritón reaccionario.
Ojalá nunca me pase a mí eso, gracias – y ojalá no le pase a NADIE, independientemente de su ideología. Tiene gracia como usted está tan en contra de De Juana Chaos, pero luego aboga por el odio, al igual que hacía De Juana. Lo cierto es que las víctimas no pueden monopolizar el debate ni mucho menos determinar qué leyes debemos tener ni cómo tratar a los reos. Eso lo determinará el Parlamento en representación de los españoles en su conjunto, no de gritones como usted.