Señores lectores, especialmente jóvenes: Un gran desafío se presenta ante mí. ¿Cómo puedo comunicar y transmitir pensamientos e inquietudes que tienen los jóvenes respecto a los tiempos que se avecinan y qué soluciones puedo ofrecer? ¿En qué grado sois conscientes de la situación objetiva del mundo y de nuestro propio país? ¿Qué os interesa? ¿De qué os debo hablar? Bueno, intentaré hacer lo mejor que pueda.
Me he fastidiado hoy – no he tenido tiempo para hacer eso que hago habitualmente de escribir antes de transmitirlo aquí. A pesar de todo, encima he descubierto hace poco que me faltan folios que con mucho cuidado siempre leo, subrayo, apunto y parece ser que lo dejé en el Congreso de los Diputados cuando aquello de la Jornada de Puertas Abiertas. Disculpen mi ortografía, pero escribo muy rápido y no reviso el texto aquí. Quizá mis apuntes y mi bolso, que tenía un libro antiguo sobre Alexander Hamilton y los puritanos, les venga mejor a sus «señorías» aunque está en inglés y ya conocemos el gran «nivel» cultural de los políticos españoles.
Lo mandé a buscar en el Congreso, espero que aparezca mi bolso y el libro porque está todo subrayado y con mis apuntes.
Evidentemente, es una pena que no tenga yo un micrófono para poder transmitir esto que digo de forma verbal y más cercana pero creo que ya están ustedes acostumbrados a mis escritos ¿no? Obviamente evitaré, cuando toque este tema tan importante, el melo-dramatismo de las novelas actuales que parecen ser la afición de la gente mayor a la hora del café de la tarde-siesta – una costumbre que yo, por cierto, jamás he perdido pues ante todo, soy cristiano pero también soy un buen español clásico.
España, a pesar de su enorme retraso educacional debido a muchos factores, ha sido capaz de convertirse en una democracia madura – es decir, en un país serio. Basta con mirar a nuestro alrededor para ver que no tenemos mucho que envidiarle a Reino Unido o incluso a Estados Unidos si nos limitamos a la estructura socio-cultural, que no económica por supuesto. Sin embargo, es posible que incluso por debajo del nivel educativo español está el nivel de cultura política entre los españoles. Vivimos en tiempos de mundialismo feroz, sin personalidad, una época «merkoziana» (con paralelos a ciertos excesos del macartismo – al menos en lo económico) en los que países como Francia o Alemania, con la complicidad del Reino Unido al margen, intenta inculcar en Europa toda una serie de mentiras y prejuicios sobre los «del sur», de modo tal que muchas veces me veo teniendo que dar explicaciones a mis conocidos anglosajones o alemanes cuando se sorprenden ante la presencia de españoles como yo — me dicen: «Alfredo, yo pensaba que los españoles eran vagos o fiesteros pero vemos que realmente no lo sois, que sois mucho más serios de lo que pensábamos».
Este país necesitará reformas agrias – reformas ministeriales, laborales y algunas de carácter social-educativo además de bancarias.
Les hago siempre una serie de preguntas a los «guiris» de «países serios»: ¿Os gustaría tener una juventud por lo general bastante respetuosa como la española? «Sí claro», me dicen. ¿Os gustaría tener un país con una de las tasas de delincuencia más bajas del mundo? «Por supuesto», me dicen los Wolfgangs y Peter Smiths del mundo. ¿Acaso no te has mudado a España porque estás mejor aquí en tu vida personal y comodidad que en tu país de origen? «Cierto, Alfredo», dicen los Jean-Claudes. Y de repente les pregunto entonces: ¿Estarías de acuerdo con que España es un país más serio y mejor que tu país en sentido objetivo? Respuesta: «España país serio? No, no, no jajaja. Sois desorganizados». Así son los prejuicios que tienen. Esto ya sin hablar por supuesto de políticos como Zapatero, mucho más aterrorizante para Alemania o Francia a pesar de que en la práctica económica es posible que Zapatero fuera incluso algo más derechista que Camera-on. No ignoremos que Zapatero fue el que hizo el mayor recorte de la historia de España en materia social e incluso por encima de Cameron, un supuesto conservador «libero clásico». ¡JA!
Ningún país se hace liberal y capitalista por la fuerza. Quienes como nosotros sembramos las ideas no necesitamos jamás reprimir a nadie. Las armas, cuando están en manos de países serios y liberales, democráticos, son para luchar contra los que desde fuera intentan arrebatar nuestra prosperidad singular.
Ahora mismo, nuestro deber primordial como españoles es defender que España recupere su autonomía económica y la credibilidad internacional de los inversores.
Muchas veces me siento como Sagasta o como Cánovas, políticos liberales del XIX, cuando hablaban sobre el anhelo de sus vidas en el ámbito político: evitar la caída de la «trinchera» española que tantas veces han querido ocupar los vecinos gabachos y sus amos los alemanes – que debemos fomentar una sociedad española dispuesta a luchar hasta la muerte para impedir que nuestro país caiga en manos ajenas.
Liberalismo Democrático siempre ha sido como una trinchera – una trinchera de ideas serias y liberales.
De ideas hay que hablar aquí, y vuelvo a lo que decía, que muchas cosas han pasado en estos últimos 10 años; pero lo más trascendental es que nuestro mundo ha cambiado, y no para mejor precisamente.
Vienen tiempos muy duros señores – es que hoy no existe solamente una España por liberar o una clase de individuos; hoy hay una civilización entera que conservar o mantener en pie. Eso será tarea de toda la juventud de bien.
Me he dado cuenta que parece que casi todos se sienten más a gusto otorgándome un título para dirigirse a mí: «Alfredo» o «Don Alfredo». A mí no me molesta en absoluto que se me llame así – nunca he sido muy «protolocario» o «protocolista» como tantas veces ocurre en determinados círculos en España.
Recuerdo como hace poco los jóvenes que leen esto me decían, exclamando debido a alguna copa de más: «¿Qué tiene Alfredo que los del Instituto Juan de Mariana y Red Liberal no pueden con él?» Entonces se me ocurrió y me dirigí a mi vecino de la izquierda (de la izquierda geográfica en la Facultad) y se me ocurrió decirle: ¡Caray!, realmente lo que se deberian preguntar es: ¿Qué tienen los mamones de los neo-libegales que no pueden con Alfredo?» Y sin en vez de «él» dicen: ¿Qué tienen los neo-libegales que no pueden con la mayoría de los españoles de bien?, sería mucho más justo y correcto.
No, no, por favor – no quiero adulaciones tipo «ALFREDO ALFREDO, VIVA! – a quien se debe adular así es únicamente a Dios, a nuestro Dios todopoderoso el de la Santa Biblia pero también es cierto que todos etnemos esperanzas de vivir. Mi aspiración es intentar, si Dios quiere, llegar a cumplir más de 100 años si cabe y procurar que las futuras generaciones de españoles que me sigan mantengan de forma intacta las ideas que quiero transmitir para garantizar que España siga teniendo una serie de ideas libero-clásicas y modelos durante muchos siglos más. Sin embargo, cada vez se complica más esa tarea pendiente.
Les decía que estamos viviendo en un mundo muy diferente. Es lo primero que tenemos el deber de comprender; ya explicaba determinadas características políticas. Además, se trata de un mundo globalizado, realmente globalizado, un mundo dominado por la ideología, las leyes y los principios de la globalización post-moderna y mundialista.
Desde esa realidad que tenemos, intentaré hablar y organizar los temas para los próximos días.
Son temas largos – por eso voy a dividir esta entrada en partes.
Bueno, esperaremos más entradas porque esta ha sido muy generalista. Dejo un par de impresiones sobre alguno de los temas que he leído.
– En realidad no somos ni mucho menos el desastre de país que creemos. Tenemos una población altamente formada (a pesar de las deficiencias de nuestro sistema educativo y universitario) y no digo que tenemos uno de los mercados laborales más formados del mundo porque esta gente formada está «expulsada» de facto del sistema a causa de la altísima tasa de paro juvenil y los pocos puestos de trabajo de alta cualificación que hay.
Tenemos unas infreestructuras envidiables (de envidiables que son muchas son absolutamente innecesarias), tenemos un gran potencial turístico por nuestras condiciones naturales, tenemos una gran cantidad de generación de energía por renovables que nos dan cierta independencia del exterior, tenemos una industria agroalimentaria potente (y más pptente sería si no hubiésemos sufrido las leyes agrarias de Bruselas), etc.
No todo es un desastre, tenemos mucho potencial y hay que saber aprovecharlo.
– Por otro lado tenemos, también, muchos problemas: Tenemos una clase empresarial acostumbrada al pelotazo, la ayuda política y a ganar dinero con actividades de bajo valor añadido. Tenemos unas tasas de evasión fiscal altísimas que repercuten fuertemente en la debilidad fiscal de nuestro estado. Tenemos cierta mentalidad de país pobre en casi todos los ámbitos, que se ve claramente en nuestros grandes empresarios (¿Qué empresario Español es un referente de creación de riqueza o de innovación?) y en actitudes de la población (vivienda en propiedad por encima de todo, ganas de ser funcionario, etc.)
– Ciertamente estamos en un contexto de mundialización y fin de la sobenía nacional. Esto es rechazable de la manera que se está haciendo pero creo que hariamos muy mal si nos erigimos en una posición reactiva y de volver al pasado. La soberanía nacional como estado se va a perder en parte y enclarnos en planteamientos sobre la soberanía del siglo XIX no va a ser productivo ni útil. Lo importante es que la soberanía que se pierde como estado no la perdamos como ciudadano.
Saludos,
http://internacional.elpais.com/internacional/2011/12/17/actualidad/1324133142_823797.html
«Lo único permanente en la vida es el cambio».
Heráclito.