Alexander Hamilton, Capítulo 3/(I): El colegial

Los acontecimientos iniciales en la nueva vida de Hamilton en Boston reflejaban muy de cerca las conexiones del presbiteriano Hugh Knox — el clérigo presbiteriano que lo instruyó y lo envió a los Estados Unidos para estudiar. Muchas veces me he puesto a pensar, medio en broma, medio serio, si Hugh Knox será algún antepasado lejano mío ya que a veces me siento que hago lo mismo con los jóvenes cristianos en España, a pesar de que yo no soy y jamás he sido un clérigo, estrictamente hablando. A través de las conexiones con Knox, Hamilton llega a Nueva York y llega a conocer a uno de los clérigos presbiterianos más importantes: el doctor John Rodgers — una figura imponente que andaba de forma «grandiosa» por Wall Street, en camino a la iglesia, mientras agarraba un bastón con cabeza de oro y asentía con la cabeza para saludar a la gente de bien. Gracias a otro puñado de cartas de recomendación que pudo mandar el Reverendo Knox desde St.Croix, Hamilton fue admitido al colegio para los señoritos — la academia Elizabethtown — academia para varones en preparación para ingresar luego en la Universidad puritana de Princeton — sí sí, el mismo Princeton degenerado de hoy en día era en su día PURITANO. Como todo autodidacta, Hamilton tenía graves y evidentes deficiencias que corregir y tuvo que apresurarse para estudiar Latín, Griego y matemática avanzada para poder tener suficientes méritos para ser admitido en Princeton.

Para poder ser admitido en Princeton, los jóvenes tenían que conocer las oraciones de Cicerón, gramática de latín, y «tener tan buen conocimiento del griego lo suficiente como para poder traducir los cuatro evangelios del griego al latín o al inglés». Ya ven, en aquellos tiempos tenías que saber cosas — no bastaba con ser de piel oscura y pobre o mujer, para ser admitido.

Sin duda, el personaje más vívido en la nueva vida de Hamilton aquí fue Livingston, de 50 años. William Livingston, así como Elias Boudinot, ambos abogados para gente de bien, y señores muy activos en el mundo político presbiteriano. Estaban asociados a los «whigs» — los whigs querían frenar el poderío chulesco de la monarquía, aumentar la influencia parlamentaria y conservar las libertades civiles bíblicas. Livingston era el típico presbiteriano de los nuestros y por eso Hamilton lo admiraba: Livingston decidió abandonar una vida fácil y adinerada para escribir poesía romántica, escribir ensayos polémicos y peligrosos, y dar caña al poder estatal.Livingston era alto y lo apodaron «el látigo». Este tal William Livingston arrojaba sus lanzas contra las autoridades reales con una alegría autocomplaciente que un periódico «tory» (leal a la corona británica), llegó a poderle el apodo de «el Don Quijote de Nueva Jersey».

Como muchos presbiterianos, Livingston ya había gravitado a la disidencia política cuando se llegó a oponer al establecimiento de una iglesia nacional en América. Livingstone también tenía unas hijas deslumbrantes que violaban los ojos de los señores. Es difícil imaginar que Alexander Hamilton haya dormido bajo el mismo techo que la tal Kitty Livingston y no haya albergado en su mente pensamientos impuros.

Hamilton también visitaba con frecuencia la mansión de Elias Boudinot, Boxwood Hall, donde podía ver en persona un mundo refinado de libros, debate político, y alta cultura. Boudinot, presbiteriano devoto de origen hugonote y británico, apoyaba las misiones y a los misioneros cristianos en los rincones oscuros del mundo. De hecho, en respuesta al pamfleto subversivo de Thomas Paine, «La época de la razón», Boudinot le contestó con otra obra: «La época de la Revelación». Boudinot, como buen presbiteriano, defendió las libertades de los negros y los indios dentro de los límites divinos. Como buena familia «white», todas las noches se reunían para leer biografías en voz alta o historia en general.

Hamilton, siendo un chico joven e inquieto, no se quedó mucho tiempo en Elizabethtown, New Jersey – estuvo sólo seis meses. Sin embargo, él se codeaba con gente acomodada y hombres con éxito que vivían como la nobleza inglesa pero al mismo tiempo pedían cambios. Estos hombres querían modificar el orden social, PERO NO CAMBIARLO O REVERTIRLO. Al igual que Hamilton en el futuro, NO ERAN «revolucionarios». Lejos de querer separación del imperio británico, estos hombres querían más integración — aunque finalmente no pudo ser. Estos señores invocaban, repetidamente, sus derechos como BRITÁNICOS, pero nunca como separatistas hasta el final, cuando había un claro incumplimiento del contrato entre corona y súbdito.

Hamilton podía elegir entre 9 universidades en las colonias — entre ellas, Princeton – denunciada por los «tories» ingleses como una guardería de radicalismo político puritano. Sin embargo, para los presbiterianos ansiosos de producir ministros para poder llenar los púlpitos en franca y rápida expansión, Princeton era buena opción por su localización en los suburbios, alejada de la ciudad de Nueva York. Este aislamiento servía como escudo de protección para que los estudiantes pudiésen evitar las tentaciones urbanas. Pero no pudo ser por diversos motivos — entre ellos, su edad. Hamilton no fue aceptado en Princeton y en consecuencia, acabó en King’s College (hoy Columbia University). A partir de este momento, su vida cambia – este chico nómada, apátrida, encuentra un hogar en la mejor ciudad posible para un futuro Ministro de Hacienda — una ciudad comercial. Aquí pudo conseguir contactos muy importantes en el mundo mercantil.

Si Hamilton hubiera estudiado en Princeton, es posible que se hubiera radicalizado antes en la revuelta contra Inglaterra aunque eso es más que discutible. En vez de estudiar bajo la tutela de Witherspoon, Hamilton estudió bajo la dirección de uno de los «tories» más enérgicos de las colonias — el Dr.Myles Cooper. La asistencia a Kings colocó a Hamilton en una ciudad con una población bastante amplia de «tories» ingleses. También, al ser una ciudad tan diversa, había un amplio número de whigs pero Nueva York era el bastión de poderió británico en América, junto con Boston. De hecho, al rechazar a Alexander Hamilton, el Presidente Witherspoon y sus socios en Princeton sin querer empujan a este joven caribeño al mundo explosivo de drama patriótico de una manera que habría sido imposible en un soñoliento pueblo de Nueva Jersey.

Próximo viernes más — hablaremos sobre las normas estrictas en mi universidad en aquella época y cómo Hamilton se las ingeniaba en la gran ciudad.

11 comentarios

  1. Sigfrido · ·

    «Boudinot, como buen presbietriano, defendió las libertades de los negros y los indios dentro de los límites divinos»

    Muy agudo .Es justo lo que yo defiendo .

    «Como buena familia “white”, todas las noches se reunían para leer biografías en voz alta o historia en general»

    Una sanísima costumbre que por desgracia se ha perdido .Hoy ,por lo general , las familias están atomizadas y ya no comparten principios comunes .

  2. Sigfrido · ·

    «William Livingston, así como Elias Boudinot, ambos abogados para gente de bien»

    Qué tiempos …hoy en día , los abogados sin escrúpulos defienden a personas malvadas , CONSCIENTES de la maldad de sus defendidos , sin el menor escrúpulo .

    Vivimos es un mundo perverso y degenerado

  3. sociata latinoamericano · ·

    Tenía que ser de la liga de la hiedra al igual que tú.

  4. sociata latinoamericano · ·

    http://www.columbia.edu/

    Ha de ser un verdadero placer recibir las enseñanzas de Joseph Eugene Stiglitz, y por supuesto vivir la tradición de una egregia institución.

  5. Alfredo · ·

    Latinoamericano: Sí, yo soy de la liga de hiedra…pero usted lo dice como si eso fuera algo malo….

  6. Peter F. · ·

    Don Alfredo,

    De nuevo interesantísimo, gracias por una información tan ilustrativa, tan didáctica e interesante.

    Me gustaría decirle, y espero que no se ofenda usted porque le juro que se lo digo con el mayor respeto del mundo, que cuando dice usted lo siguiente:

    «Livingston también tenía unas hijas deslumbrantes que violaban los ojos de los señores. Es difícil imaginar que Alexander Hamilton haya dormido bajo el mismo techo que la tal Kitty Livingston y no haya albergado en su mente pensamientos impuros».

    … no puede evitar pensar que la mente que alberga algún que otro pensamiento impuro hacia las hijas de Livingston, y en especial hacia Kitty Livingston, no es otra que la suya. Por favor, no se ofenda, se lo digo sin ánimo de faltar al respeto. ¿Acaso no somos todos humanos? ¿Acaso no tenemos todos pensamientos de ese tipo hacia bellezas femeninas?

    Gracias por su entrada de hoy.

    Peter Foran

  7. Alfredo · ·

    Peter: Gracias a usted por leer. No, no me ofendo para nada — usted está ejerciendo su libertad para opinar pero creo que se va a desilusionar: es imposible que yo haya podido mantener un pensamiento impuro porque no he visto una fotografía ni ninguna imagen de las hijas de Livingston — sólo sé que eran deslumbrantes por lo que se desprende de las descripciones que se hacen en los documentos. Así pues, es imposible que yo pueda mantener ese pensamiento en este caso.

    Un saludo

  8. Eduardo · ·

    «Es difícil imaginar que Alexander Hamilton haya dormido bajo el mismo techo que la tal Kitty Livingston y no haya albergado en su mente pensamientos impuros”.»

    Jodeeeer…..Alfredo, con todo mi respetos, se le sale la vena puritana a usted hasta en la sopa.

    Yo respeto vuestros principios, pero es que me choca un poco vuestro moralismo tan evidente.

    Un saludo yo tampoco lo digo para ofender. A usted le admiro mucho porque es joven y valiente pero no deja de sorprenderme su moralismo. Quizá porque aqui en España la mayoria pasamos por el catolicismo como robots y pocos leemos la Biblia.

    Saludos

  9. Peter F. · ·

    Hola de nuevo, don Alfredo

    Le agradecería, si no es mucho pedir, que por favor me explicara qué quiere decir lo siguiente:

    “Boudinot, como buen presbietriano, defendió las libertades de los negros y los indios dentro de los límites divinos”

    No entiendo muy bien qué es eso de defender las libertades de los negros y los indios dentro de los límites divinos, y le estaría muy agradecido si me lo pudiese explicar.

    Un saludo,

    Peter Foran

  10. Rubén · ·

    POR LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL:

    El régimen político español es una partitocracia, donde todos los poderes
    del Estado están en manos del partido político ganador de las elecciones,
    incluso, también, el cuarto poder o «medios de comunicación». Por ello,
    este régimen político, con los cuatro poderes ejecutivo, legislativo, judicial
    y de propaganda en una sola mano, se comporta como una dictadura
    tiránica, en este caso, de partidos. Los partidos estatales no son democráticos,
    ni llevaran nunca la democracia a la sociedad civil y política.

    Ante la gran mentira en la que estamos inmersos, ¿qué hacer en las próximas elecciones municipales?

    ABSTENCION ACTIVA. NO VOTAR.
    NO ENTREGAR TU DIGNIDAD A NADIE.

    Porque:

    1. Votar en este régimen político es decir sí a las cadenas, puesto que legitimas con tu voto el secuestro de la libertad política del ciudadano.

    2. Votar es renunciar a la dignidad humana, porque lo máximo que se puede conseguir en él son privilegios, no libertad.

    3. Votar es convertirte en siervo voluntario de la oligarquía política y económica que mantiene en sus manos el poder del Estado bajo una farsa electoral, es decir sí a esas oligarquías que te oprimen porque con tu voto legitimas su poder.

    4. Votar es decir sí al aumento del paro, la corrupción, la inseguridad ciudadana, la injusticia, el desprecio a la vida, al honor, a la honestidad y la lealtad. Es decir sí al recorte de las prestaciones y derechos sociales.

    5. Si votas porque vives del régimen político, te creerás justificado por tu interés económico, pero tu dignidad la has convertido en mercancía.

    6. Si crees que votas por responsabilidad social o te han convencido que ese es tu deber, estás confundido o se han aprovechado de tu buena fe o de tu ignorancia y te han engañado vilmente, un interesado, un ignorante o un malvado, quedando tú a su albur. Abre los ojos, infórmate fielmente. El interés y la maldad los reconocerás por sus frutos, estos no se pueden esconder.

    7. No votes a nadie y despierta antes de que te aplasten totalmente. Pon en juego tu dignidad, no votes mientras no alcancemos un sistema político realmente
    democrático.

    8. No votes hasta que la verdad, la trasparencia, la honradez, la lealtad y la justicia rijan como valores en la vida política.

    9. Sin democracia formal no hay LIBERTAD COLECTIVA, sin libertad no hay ver
    dad, sin verdad no hay justicia, y sin justicia no habrá PAZ; sin paz el ser humano
    está en constante conflicto interno y con su entorno, y decae progresivamente, caminando hacia la autodestrucción.

    10. Sin libertad el ser humano no encuentra la FELICIDAD, en todo caso podrá vivir una vida de espejismos llena de sensaciones y placeres efímeros, como un perro hambriento, buscando cualquier cosa para engullir, para tratar de saciar su hambre enloquecidamente.

    11. En regímenes sin libertad, verdad y trasparencia, los peores individuos de la sociedad ocupan los puestos más principales en la política, pues no tienen escrúpulos para dejar por el camino cuantos cadáveres sean necesarios en su ascenso. Es posible, quizás, que algunos lleguen con buenas intenciones pero terminan convirtiéndose en seres malvados o tienen que abandonar, si acaso antes no los liquidan.

    12. En un sistema político u organización social donde la libertad se convierte en
    uno de los pilares básicos, el ser humano manifiesta la bondad en toda su potencia, es creativo, veraz, trasparente, emprendedor, abierto, leal y solidario, y desarrolla todas sus capacidades y habilidades, entregándose completamente a los suyos, porque en eso encuentra el sentido de su vida y su felicidad.

    13. La libertad es de todos o no es de nadie, la libertad de cada ser humano empieza junto a la de su semejante. O TODOS SOMOS LIBRES O NO HAY LIBERTAD, habrá privilegios pero no libertad.

    14. En libertad el hombre manifiesta su dignidad. En el servilismo o esclavitud
    voluntaria, el hombre renuncia a su dignidad.

    15. Al igual que en Medicina, si diagnostica el agente que causa una enfermedad, esta puede ser atacada y vencida, en ciencia política cuando se identifica el veneno que ha infectado la vida política y civil, este puede ser atacado y vencido. El veneno se llama FALSEDAD y el contraveneno se llama VERDAD. Y como bien
    ha descubierto nuestro filosofo y jurista, Antonio García-Trevijano:
    VERDAD POLITICA = LIBERTAD COLECTIVA.

    16. Por sencilla deducción, atacando el veneno de la falsedad política con el antídoto de la verdad política, conseguiremos alcanzar la LIBERTAD COLECTIVA, fuente del resto de las libertadas civiles. Desde hoy este régimen político tiene los días contados. ¡Falsarios, echáos a temblar,
    VENIMOS POR LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL!

    ¿QUIERES SER DECENTE? : VALORA TU DIGNIDAD.
    ¿QUIERES SER LIBRE? 😀 ESCUBRE LA VERDAD POLÍTICA.
    SI TE HAS DECIDIDO POR LA LIBERTAD, YA HAS EMPEZADO A SER
    LIBRE, YA HAS ABIERTO LAS PUERTAS A TU LIBERACIÓN.
    ¡ACTÚA COMO UN HOMBRE LIBRE. RENUNCIA AL SERVILISMO
    VOLUNTARIO. LIBÉRATE DE TUS PREJUICIOS. BUSCA LA VERDAD!

    POR COHERENCIA – ABSTENCIÓN ACTIVA – NO VOTES.

    http://diariorc.com/
    https://www.facebook.com/home.php?sk=group_2261242042&ap=1

  11. Alfredo · ·

    Peter:

    Con mucho gusto se lo explico — se refiere a que no lo enfocaba como un problema de «derechos civiles» y derechos inexistentes sino desde una perspectiva puramente bíblica. No tenía sentido hablar de libertades para súbditos británicos en América cuando éstas se les negaba a las mismas personas que sí tenían libertades bajo el dominio británico – también significa que lo enfocaba desde los postulados de la revelación divina y no de «derecho natural».

    Espero que ya esté claro.

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