Pues ayer senté unos precedentes para leer la Constitución americana de forma responsable y con óptica española. Los juristas españoles deben estar al margen de las lecturas «estatistas» y también «libertarianas» que dominan el discurso político moderno en las redes y clases de filosofía. Los estatistas son bastante anacrónicos. Leen la palabra «milicia» y la confunden con «gobierno» (es decir — las FFAA pagadas y profesionales) en vez de «el pueblo» (la ciudadanía/electorado). Sin embargo, tampoco ignoremos las ridiculeces libertarianas, que son igualmente anacrónicas. Ellos leen «el pueblo» y creen que «pueblo» se refiere a personas privadas, atomizadas, es decir, el típico extremista solitario yéndose de «caza» en Montana, viviendo en una cueva y armado hasta los dientes y no una ciudadanía actuando «colectivamente». Esa es la «imagen» que ellos pretenden dar de nosotros los liberales — en realidad los tipos que viven en cuevas y están armados hasta los dientes no son ni liberales, ni democráticos, ni nada por el estílo aunque eso sí, hueco de sobra tendrían en el Instituto Juan de Mariana o Von Mises Institute. Entérate de una vez, estimado ancap: Cuando la Constitución de EEUU habla del «pueblo» en vez de «personas», la connotación es claramente colectiva. ¡Léete el PREÁMBULO! «NOSOTROS, EL PUEBLO». «Nosotros el Pueblo» estatuiMOS y sancionAMOS esta Constitución para los EEUU de América — claro, porque son ciudadanos PÚBLICOS convocados y reunidos, actuando en concierto unos con los otros, no como individuos privados persiguiendo su respectivo «hobby» como quieren hacernos creer los libertario locos. La única otra referencia al «pueblo» en la Constitución de Filadelfia de 1787 aparece una frase más adelante del Preámbulo; aquí, también, el sentido es público y político, no «privado» o «individualista». Cada dos años, «el pueblo» – esto es, los VOTANTES – eligen a sus representantes a la Cámara legislativa. Para entender esta distinción clave de otra manera, recordemos por favor que las mujeres en 1787 tenían derecho como «personas» (podían rezar dentro de su confesión libremente y su privacidad estaba protegida en su casa y propiedad tangible) pero no participaban directamente en los actos políticos del «pueblo» – no votaban y obviamente no pudieron votar a favor de la Constitución ni de ningún proyecto político de la época y MUCHO MENOS podrían haber formado parte de la milicia/pueblo que está en el «corazón» de la IIA Enmienda.
El resto del «Bill of Rights» confirma que debemos leerlo a mi manera — es decir, la forma responsable, del «viejo mundo». No olvidemos otra cosa: todos los padres fundadores de los EEUU eran hombres blancos e ingleses: es decir, tenían una mentalidad mucho más del «viejo mundo» que la que existe en el EEUU de ahora que se fue desarrollando al margen de Europa y a su manera. Lo que no debemos hacer, como juristas españoles, es desarrollar una jurisprudencia ajena a nuestra nación solo por el hecho de que pensemos que EEUU es un país «más liberal» (que depende en qué, obviamente).
Miren ahora el «corazón» de la mismísima Primera Enmienda sobre la «asamblea», que textualmente liga con la IIA Enmienda:
El Congreso no hará ley alguna con respecto a la adopción de una religión o prohibiendo el libre ejercicio de dichas actividades; o que coarte la libertad de expresión o de la prensa, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente, y para solicitar al gobierno la reparación de agravios.
Esa es la IA Enmienda. Una vez más, habla del «pueblo» — en esencia, los votantes – para que puedan «reunirse pacíficamente» en las reuniones y asambleas constitucionales y otros cónclaves. También tenemos la IX y la X Enmienda — «derechos» para «el pueblo» colectivo para que éstos puedan «gobernarse» democráticamente. Luego tenemos la IVª Enmienda y ciertamente es un pelín más complicada. Atención, señores. Dice así el texto de la IVª Enmienda:
El derecho de los habitantes de que sus personas, domicilios, papeles y efectos se hallen a salvo de pesquisas y aprehensiones arbitrarias, será inviolable, y no se expedirán al efecto mandamientos que no se apoyen en un motivo verosímil, estén corroborados mediante juramento o protesta y describan con particularidad el lugar que deba ser registrado y las personas o cosas que han de ser detenidas o embargadas.
Aquí, la palabra colectiva «pueblo» está emparejada con un término más individualista: «personas». Obviamente, estas palabras están centradas en el ámbito del dominio privado, protegiendo así a los individuos en sus hogares y nada que ver con la «plaza/ágora pública». Entonces, siendo eso así, ¿por qué es que también utilizan la palabra «pueblo» o en la traducción al castellano «habitantes»? Probablemente para subrayar el papel de los jurados, que actúan colectivamente y representan al «electorado», a la hora de decidir cuando es razonable expedir mandamientos o pesquisas, etc., y si se debe o no castigar a un oficial público que abuse de ese poder. Un borrador inicial de esta enmienda, escrita por James Madison, habla de «proteger los derechos de los jurados». Eso nos ayuda a enlazar todo esto con la palabrería de la IIA Enmienda. Dice así el borrador de Madison: «El juicio con jurado popular, siendo una de las mejores garantías de los derechos del pueblo, ha de ser inviolable». ¿Ves los «ecos» estimado lector? «seguridad» (IIª Enmienda), «hallarse a salvo» (IVª Enmienda); «no se violará», «ha de ser inviolable»; y, por supuesto, «el derecho del pueblo».
Si queremos tener una idea de lo que era la milicia en la época colonial, deberíamos pensar en el primo de la milicia, el jurado popular. El jurado, como la milicia, era un cuerpo local combatiendo contra un poder imperial, convocado por el gobierno pero no formando parte del mismo, representando el «pueblo», colectivamente. De la misma forma que hoy en día, en EEUU participar en un jurado es un derecho y DEBER de todo el que esté registrado para votar (algo parecido al concepto de la mesa electoral obligatoria en España para todo ciudadano español), participar en una milicia en aquella época era un deber y un derecho de todo votante cualificado — votantes que eran habitualmente convocados para ejercer sus obligaciones públicas. Los que no podían votar — mujeres, niños, negros, homosexuales, extranjeros, delincuentes y gentes de mal vivir; morralla en general, estaban excluidos por completo de los jurados y las milicias. Como el jurado, la milicia estaba compuesta de gente no-profesional organizadas para controlar y vigilar a los oficiales permanentes y profesionales del gobierno (jueces y fiscales, en el caso del jurado; FFAA profesionales en el caso de la milicia). La milicia, como el jurado, representaba acción política COLECTIVA y no preferencias privadas.
Por mucho que no te guste leer esto, la historia confirma mi tesis. Los fundadores de la patria tenían en mente a gente como los «Minutemen» armados, no a un tal Daniel Boone liándose a tiros con un oso. Cuando ojeamos cualquier constitución local de los estados de aquella época, encontramos siempre que todas las cláusulas relativas a las armas están relacionadas con las milicias y la normativa sobre las FFAA profesionales, alojamiento de tropas, ley marcial y la supremacía del poder civil por encima del militar. Los «libertarian», totalmente ajenos a este país (son una importación de ciertos sectores periféricos de los EEUU), son incapaces de explicar esta clara tendencia jurídica de la época que tiene todo que ver con lo militar, y nada que ver con la caza. Sin embargo, los socialistas, siempre amantes de la tiranía y del control gubernamental caprichoso y sofocante, utilizan todas estas provisiones constitucionales para afirmar supuestos «derechos» contra los gobiernos de los estados individuales.
Con esta analogía en mente (jurado-milicia), podemos ver que ambos lados tienen un granito de razón y también lo que les falta en sus criterios. Por un lado, los estatistas tienen razón en que la enmienda era localista y reconocen que la ley y el gobierno ayudan a convocar y reunir una milicia como se hace con los jurados actualmente. Por mucho que les duela a los ancaps y fascistas, doce ciudadanos privados que simplemente se reúnen y dicen que «Javier es un judío» no es un jurado legítimo ni legal — es sencillamente una plebe dispuesta a linchar. De igual forma, los ciudadanos privados que hoy en día eligen tener armas en propiedad personal no son ni de lejos una «milicia bien regulada» del «pueblo»; son clubes privados de pistoleros. Sin embargo, los estatistas no entienden una cosa básica — cuando la ley convoca a una ciudadanía, estos ciudadanos actúan como personas FUERA del gobierno, y no como parte de la burocracia permanente y profesional. Una plebe envilecida y canalla no es un jurado, pero tampoco lo es el Ministerio de Justicia. De igual forma, el famoso NRA de Charlton Heston y otros clubes privados no son la milicia, pero tampoco lo es la Guardia Nacional. Los liberales legítimos tienen razón cuando se horrorizan y se espantan ante el autoritarismo de los que quieren prohibir todas las armas (ya vemos lo que es vivir en un país prohibicionista en todo como España se ha convertido) pero se equivocan cuando pretenden privatizar lo que es un derecho inherentemente colectivo y político. Eso es tan absurdo como si yo ahora me gasto millones de dólares en EEUU para abrir una encuesta nacional (insistiendo que ese es mi derecho bajo la Iª Enmienda) y basándome en los resultados positivos de esa encuesta, me proclamo presidente.
Ver y analizar todo esto es lo que hace que la IIª Enmienda sea tan espinosa: la estructura legal y social de 1789 no existe hoy en día en EEUU. Los jurados aún existen, pero la milicia no. América no es Suiza.
Por supuesto que somos libres de interpretar la IIª Enmienda ampliamente si así lo elegimos. Muchos dicen que si se han leído otras enmiendas de forma «generosa», ¿por qué no con ésta? Pero dado que esta opción es política y no responde a ninguna orden constitucional, tiene que al menos ser justificada funcionalmente. El hecho de que los «derechos» se hayan interpretado ampliamente no es un argumento automático para afirmarlo para todas las enmiendas y supuestos «derechos». Por ejemplo, en los EEUU, los reos violentos, aún cuando están en prisión, tienen derecho a publicar sus opiniones en los periódicos. Sin embargo, esos criminales nunca han gozado de un derecho a la IIª Enmienda y no pueden tener pistolas — incluso después de que salen de la cárcel en algunos estados se les prohíbe tener armas. Hasta el NRA de Charlton Heston acepta esta doble vara de medir. ¿Por qué? Es obvio: la idea de que las palabras no matan pero un arma en manos de un criminal peligroso y violento sí puede hacer mucho daño.
Las pistolas que tenemos hoy en día a nuestra disposición son especialmente letales. En la época de Madison, un mosquete tenía propiedades atractivas y democráticas. La persona se te tenía que acercar para matarte y, al acercarse, tú podías contraatacar. Cargar el arma tardaba y no se podía matar a decenas de personas en cuestión de segundos como ahora. Una persona, una pistola, un tiro era un sistema perfecto y democrático parecido al de una persona, un voto – es decir, en ambos casos, la «mayoría» tenía todas las de ganar. Es más, los locos (en aquella época eran más sensatos y se les llamaba idiotas e imbéciles) sabían que tenían que marchar en orden porque el sistema social tenía la «milicia bien regulada». Hoy en día, los límites sociales y tecnológicos no tienen límites y un loco es mucho más peligroso en el siglo XXI en los países degenerados como los nuestros por la inmoralidad impune.
*Como suele ocurrir, esto se alarga así que definitivamente termino mañana con las «soluciones».*
«Las pistolas que tenemos hoy en día a nuestra disposición son especialmente letales. En la época de Madison, un mosquete tenía propiedades atractivas y democráticas. La persona se te tenía que acercar para matarte y, al acercarse, tú podías contraatacar. Cargar el arma tardaba y no se podía matar a decenas de personas en cuestión de segundos como ahora. Una persona, una pistola, un tiro era un sistema perfecto y democrático parecido al de una persona, un voto – es decir, en ambos casos, la “mayoría” tenía todas las de ganar. Es más, los locos (en aquella época eran más sensatos y se les llamaba idiotas e imbéciles) sabían que tenían que marchar en orden porque el sistema social tenía la “milicia bien regulada”. Hoy en día, los límites sociales y tecnológicos no tienen límites y un loco es mucho más peligroso en el siglo XXI en los países degenerados como los nuestros por la inmoralidad impune.»
Sublime, suscribo de principio a fin.
Por cierto en la Roma republicana la condición de ciudadano se adquiría plenamente tras servir en la militia. La República, a diferencia de la Monarquía asiática modelo Luis XIV o de los Estados-nación actual, requiere de la participación directa del pueblo en la administración común. Ese es el fundamento de que en las naciones libres existan tribunales del jurado, y sí, milicias populares.
Me alegro que lo suscribas, Andrés.
Es totalmente cierto lo que apuntas en tu segundo comentario.
A ver si arreglamos el asunto este del «Bill» de una vez porque hay una locura libertariana impregnándolo todo.
Gracias por la referencia anterior.
Lo había enfocado por la cuestión de que no es lo mismo regular que violar ese derecho, pero, aparte de esto, lo que hay que evitar es caer tanto en el estatismo que prohibiría bajo cualquier circunstancia la posesión de armas como en el «libertarianismo» extremo que puede llegar hasta el absurdo de pretender que hasta un fulano puede ir paseándose por la calle con un bazoka o un lanzagranadas, porque para eso hay «libertad de armas».
Lo primero será antiliberal, pero esto último es un disparate que no cabe en cabeza sensata alguna. Puede parecer una tontería, pero a qué otro sitio puede llevar sino a ese, el no leer la letra de la enmienda ni tener en cuenta lo que era un «arma» a fines del siglo XVIII y lo que son algunas armas actuales.