Bueno, ya casi vamos terminando. ¿Qué papel tiene el gobierno a la hora de «la cosa pública?» Los liberales altos y clásicos permitimos un papel bastante notable para que el gobierno participe en el suministro de bienes públicos (económicos) — por ejemplo, con «bienes públicos» me refiero a defensa nacional, sanidad, policía, protección civil, alumbrado público, alcantarillado, educación, et cétera. Se ha demostrado que «el mercado» no es adecuado, como actor único, a la hora de suministrar estos bienes imprescindibles. TODOS los liberales aceptamos que una de las funciones principales del gobierno es ejercer sus poderes de regulación impositiva para poder suministrar estos bienes (o al menos asegurar que se mantengan estos servicios a través de medios privados). Aún cuando todo el mundo respeta los derechos de los demás y obedece las leyes, persiste una necesidad de tener autoridad política para poder coordinar las actividades de los ciudadanos para que estos bienes públicos existan. Este argumento lo podemos encontrar en David Hume y sí, en el propio Adam Smith: «La riqueza de las naciones», capítulo IV, y libro V, Capítulo I.
El liberalismo clásico está relacionado con la doctrina conocida como el «laissez-faire». Pero es necesario comprobar QUÉ significaba ese término para las escuelas escocecas e inglesas que lo defendían. NO SIGNIFICA rechazo contra los poderes del gobierno a la hora de hacer previsiones para los bienes públicos ni es un alegato contra el estado que «vigila». El papel del gobierno para proveer bienes públicos y también aliviar ciertos casos de crisis económica es algo que Smith defendió y otros economistas CLÁSICOS. Más de un lector debería apagar esa basura que emite LDTV y LEER la obra de Adam Smith — Smith en ningún momento critica las leyes inglesas sobre los pobres (las llamadas «Poor Laws») y no critica el concepto de caridad pública. Lo que rechazaba Smith era el requisito de residencia — a los pobres que recibían asistencia pública se les pedía ser residentes durante al menos un mínimo de 40 días y eso era un error para Smith porque impedía la libre circulación de capital humano y es contrario a la libertad de asociación y circulación y derecho a elegir dónde fijar un domicilio permamente. En palabras de Smith: «Una evidente violación contra la libertad natural y la justicia.» (Riqueza de las naciones, p.135-141). Por lo contrario, el concepto del «laissez faire» defendía la ausencia absoluta y total de cualquier intervención del gobierno a la hora de tomar en cuenta factores productivos. No obstante, ALGO MUY DISTINTO es lo que se defiende en el «libertarianismo» y lo veremos ahora mismo así que saquen los cuadernos para apuntar.
Los libertarianos dicen que el poder político se caracteriza más bien como un monopolio sobre la fuerza coactiva y que se utiliza por personas que dicen representarnos (de forma injustificada, según estos graciosos rothbardianos). Por ejemplo, incluso para Nozick, que defendía un estado mínimo, el Estado NO tiene derecho a afirmar que tiene autoridad política o monopolio de autoridad. Pero el liberalismo real que aquí defendemos defiende otro concepto sobre la legitimidad del poder político establecido. La «sociedad» es una posibilidad únicamente cuando la ciudadanía tiene que obedecer ciertas normas comunes, y para que esas normas o leyes sean adecuadas y efectivas, tienen que ser generalmente aceptadas por el público. Puede que para aplicar estas leyes, haga falta coacción aunque no siempre. De todas formas, un monopolio sobre el uso de la fuerza no es lo más distintivo de un sistema político. Lo importante es que hacen falta normas públicas que se apliquen de forma uniforme por parte de una autoridad común y respetada por todo el mundo en general. El poder político, para los liberales, es un poder PÚBLICO. Esto significa que (1) El poder político es INSTITUCIONAL, no personal y no hay ningún «individuo» que pueda decir que tenga este monopolio. Se trata de construcciones artificiales: un gobierno — es decir, una institución públicamente reconocida o el famoso «Body Politic» de Locke, Kant y otros liberales. (2) El poder político es permanente: hay elecciones, cierto, pero el Estado es una institución permanente. (3) El poder político se le encarga al Estado/gobierno como poder fiduciario y los políticos elegidos actúan en capacidad representativa, para el «beneficio» de otros. Ya que el poder político es contractual en el liberalismo, se sostiene presumiendo igualdad — un acuerdo entre «iguales». El objetivo es la formación de una sociedad política, establecer una constitución y de ahí formar un gobierno adecuado que sirva como «agente» de la ciudadanía. (4) Como es fiduciario, el gobierno tiene poderes políticos DELEGADOS por el cuerpo político; si representa a la ciudadanía, el gobierno está obligado a ejercer el poder únicamente para el beneficio de éstos, de los representados. Pero también, recordemos, es un poder PÚBLICO y por lo tanto representa a todo el mundo por igual y de ahí surge la necesidad de tener en teoría una justicia imparcial, y una visión sobre el bien común. (5) Siguiendo el punto 4, los que ejercen el poder político tienen autoridad para gobernar y sus acciones son legítimas o como mínimo, la ciudadanía lo ve así. Esto es lo que permite que el gobierno de turno exija el cumplimiento de sus leyes y lealtad. (Véase Locke y su Segundo tratado sobre el gobierno para una explicación más detallada y filosófica).
La combinación entre liberalismo y gobierno democrático que aquí defendemos es una realización y logro del siglo XIX. No se encuentra en Locke o Kant, o en el liberalismo clásico de Hume, Smith, o Bentham y hasta los utilitaristas clásicos sólo poco a poco llegaron a aceptar el concept de «LIBERALISMO DEMOCRÁTICO.» He presentado aquí cinco características institucionales de un sistema político liberal: el reconocimiento público y el cumplimiento legal de los derechos y libertades fundamentales igual siempre para todos los ciudadanos, y hemos hablado sobre la igualdad de oportunidades con carreras abiertas y oposiciones; un papel central asignado al gobierno a la hora de asignar recursos productivos; el papel del gobierno en la provisión de bienes públicos; el deber del Estado de proporcionar una red de seguridad social mínima, y el carácter público de la autoridad política. Suponiendo que estas instituciones son características de la sociedad liberal, y lo son, el liberalismo tiene que DISTINGUIRSE de una corriente perversa con la que a menudo se confunde. ¿Cual? El libertarianismo.
¿Cuáles son los principios formativos de ese libertarismo tan repugnante? Los «Libertarios» representan a menudo su punto de vista como si fuera una especie de mandato moral divino contra lo que ellos despectivamente llaman «coacción» o «agresión» y dicen combatir cualquier «coacción» que obligue a una persona a hacer lo que no elige hacer (Nozick, por ejemplo, hace hincapié en la restricción «libertaria» que prohíbe la agresión contra otro «, y dice Rothbard que quiso suprimir «la institución regularizada de la coacción agresiva.» sic) Es falso pretender engañarnos con eso: los libertarios saben perfectamente que la coacción es absolutamente necesaria si se quiere ejecutar un contrato, por ejemplo. También es falso pretender que una sociedad «libertaria» sería menos «opresiva» que otros sistemas. Eso dependerá del apoyo popular que tenga y en el grado en el que los principios libertarios sean vistos por la ciudadanía como legítimos para aceptar las numerosas restricciones que implican.
Los libertarios suelen contestar que la ejecución de los derechos de una persona no implica una injerencia coactiva contra la vida de terceros. La «coacción» para ellos es ilegítima cuando afecta los derechos individuales de otros pero no es ilegítima si un propietario le pega un tiro en la nuca a un ladrón que intente robar en su domicilio. Esta definición moralizada de «coacción» podrá ajustarse al uso común en algunos casos, pero ampliar esta forma de hablar a todos los casos supondría unas consecuencias graves. Llevadas a su límite, la definición moralizada de la coacción implica que cualquier uso justificado de la fuerza para hacer valer los derechos de los ciudadanos es legítima: el encarcelamiento sería legítimo por poner un ejemplo.
Cualquier concepción política prohíbe el uso de fuerza injustificado contra otros, y es esto lo que realmente implica el concepto libertario. Se trata de impedir la violación de derechos de los ciudadanos y de los derechos morales. Los argumentos sobre el contenido de estos derechos, entonces, deben ser demostrados por los libertarios: son ellos los que tienen que demostrarlo. El propio Nozick es muy cauteloso y se limita a decir que «la libertad impide la redistribución.» Yo no voy a entrar en las cosas que afirmaba Rothbard porque creo que la mayoría de los lectores ya conocen lo que decía. Hoy concluyo con un resumen y mañana terminamos esta serie.
Si uno lee a Rothbard o incluso al cauteloso Nozick, podrán confirmar la sospecha de que el libertarianismo no tiene mucho que ver con la libertad como con la propiedad. El libertarianismo tiene como principio absolutista e inamovible que los individuos deben tener derechos absolutos sobre lo que acumulan así como el uso, control y transferencia de esos derechos que poseen. Amplían el concepto de la propiedad, a través de una noción de auto-propiedad. La pretensión fundamental del libertario loco es entonces que cada persona es dueña absoluta de sí misma, incluido su cuerpo. Debido a que cada uno tiene esta propiedad absoluta, se supone que debe seguir que cada uno tiene poderes absolutos sobre lo que posee o adquiere. En resumen, para ellos todo se puede resumir a: «libertad es propiedad.»
Su artículo falla en algunos conceptos:
1.- En ningún momento ha demostrado la legitimidad del Estado. Ese «contrato» social no existe, es una mera abstracción.
2.- Los libertarianos no se oponen a la violencia, eso déjeselo a Gandhi o a Tolstoi. Se oponen al inicio de la violencia. Creo que es un matiz importante.
Usted dice que «La “coacción” para ellos es ilegítima cuando afecta los derechos individuales de otros pero no es ilegítima si un propietario le pega un tiro en la nuca a un ladrón que intente robar en su domicilio. Esta definición moralizada de «coacción» podrá ajustarse al uso común en algunos casos, pero ampliar esta forma de hablar a todos los casos supondría unas consecuencias graves.»
¡Todo lo contrario! El anarcocapitalismo se opone a la violencia excepto en casos de defensa. Es usted quien da una opinión moralizada de la «coacción»: la coacción está justificada según que casos…
Pero vamos, me parece absolutamente ridículo su comentario. Acaso usted, como liberal, ¿me está diciendo que no puedo defender mi propiedad?
3.- Usted dice que:
«Si uno lee a Rothbard o incluso al cauteloso Nozick, podrán confirmar la sospecha de que el libertarianismo no tiene mucho que ver con la libertad como con la propiedad.»
Libertad y propiedad son conceptos inseparables. De hecho, la libertad no es más que la propiedad de uno mismo.
«La pretensión fundamental del libertario loco es entonces que cada persona es dueña absoluta de sí misma, incluido su cuerpo.»
¿Afirmar que cada persona es dueña absoluta de si misma es cosa de locos? Si yo no soy dueño de mi mismo, ¿quién es mi dueño? Por favor, no me responda que Dios es mi dueño.
Francisco: vamos a establecer aquí mismo un dialogo productivo porque precisamente son estos temas los que más están provocando la brecha inevitable entre liberales.
1. Cierto — porque eso es para mañana.
2. Cierto y no dije lo contrario — si lo entendió así es porque no lo expliqué bien — pero: precisamente ¿no cree usted que abogar por la destrucción del gobierno es un intento de inicio de fuerza y agresión? Y NO he dicho que el ancapismo se oponga a la violencia — lo que quiero decir es que ellos utilizan una versión moralizada y muy suya del principio de no agresión. ¿Cómo que no puede defender su propiedad? Nunca he dicho que no.
3. No — no absolutamente.
usted no puede afirmar que es absolutamente dueño de sí mismo porque eso implica una libertad absoluta que es insostenible. No, no le responderé que Dios es el dueño porque eso no lo dice nunca en la Biblia…
Mire Francisco: si todo lo del «self ownership» que defendía Rothbard se reduce a lo que usted o yo afirmamos, entonces fácilmente se disolvería en el liberalismo que aquí se defiende. Pero uds van más allá: porque de otra forma, uds no podrían sacar esas conclusiones sobre el control individual de los recursos y su distribución.
Parece que ustedes piensan que por el hecho de tener derechos absolutos en sí mismos sobre lo que les pertenece, se extiende eso a adquirir propiedad absoluta sobre recursos sin dueños que la persona se apropia para sí misma. Ahí está gran parte del fallo en sus ideas.
@Francisco:
¡No sea majadero!
«¿Afirmar que cada persona es dueña absoluta de si misma es cosa de locos? Si yo no soy dueño de mi mismo, ¿quién es mi dueño?»
No sé si será cosa de locos pero sí de irresponsables o personas poco realistas. Si usted es absolutamente dueño de su cuerpo, ¿no cree que choca con los deberes? Con nuestro «cuerpo» muchas veces tenemos que hacer cosas para obedecer: pagar impuestos, por ejemplo o ir al colegio hasta cumplir una mayoría de edad. Tampoco se permite que una persona venda sus organos…aun si quiere. Le recomiendo un repaso de Locke: no somos dueños de nuestros cuerpos.
Para Locke, Dios es el dueño porque Él es el Creador de nuestro cuerpo y esto me hace preguntar a Alfredo:
¿entonces no piensa que Dios es el dueño legítimo de nuestros cuerpos?
Saludos
Eduardo I: No somos dueños absolutos de nuestro cuerpo – eso es una realidad. Yo, por ejemplo, ni aunque quisiera, no me puedo auto-subastar en la red ni «venderme» para ser esclavo: eso no lo ampara ningún sistema serio ni democrático.
En el «common law», no se reconoce el derecho a ser propietario sobre nuestro cuerpo en términos absolutistas: un cadáver, por ejemplo, no le pertenece a nadie — se le reconocen ciertos derechos y deberes a los familiares o personas autorizadas para culminar con los procesos de entierro, et cétera.
En el derecho civil continental es parecido:
res extra commercium — no se puede comerciar con cuerpos.
Mire lo que decía Kant:
El hombre no puede disponer sobre sí mismo porque no es una cosa; no es su propiedad — sería una contradicción. El cuerpo es una persona, es un súbdito, con derecho a POSEER COSAS…pero una persona no puede ser propiedad ni propietaria sobre sí misma en ese sentido.
Tema Dios: lo que quiero decir es que Dios, siendo el Creador, obviamente es dueño de nuestras almas pero la Biblia no habla de que Dios sea «dueño del cuerpo» en un sentido material.
Voy a intentar aclarar mi posición y lo único que espero es no terminar por liarlo todo aún más.
Hace unas semanas el señor Valcarcel, permítame que le nombre de esta manera, nos explicó y creo que yo al menos le entendí que, sin ser él ni mucho menos empirista, sí aceptaba hasta cierto punto estas herramientas como forma cierta de aproximación, es decir, a modo de útil ejemplificación.
Pues algo parecido creo que tengo que decir yo sobre el asunto que ahora se discute :
Que en la certeza que tengo de que el ideario libertario tiene importantes fallos, como el que señala nuestro anfitrión sobre la apropiación de recursos sin dueño, al igual que a los austriacos les ocurre cuando les toca enfrentarse a las realidades del mundo financiero actual, yo personalmente apuesto por aquellos que van un poco más allá que yo en cuanto a hacer retroceder posiciones al Estado y tener un punto de confianza mayor en el individuo.
Por eso, estoy con aquello que dijo Vargas Llosa :
«Hagamos retroceder ( todos juntos ) al Estado hasta que sea limitado. Luego, si hemos logrado una masa crítica, sospecho que se caerá solito. Si no, volvamos a la carga, con buen humor, a la mañana siguiente».
Francisco: se me olvidaba — dice usted:
«Libertad y propiedad son conceptos inseparables.»
Lo cierto es que la propiedad es un ejemplo de libertad — alienable — pero siguiendo su lógica, ¿entonces si usted nace propiedad de otra persona, esa persona propietaria es «libre» de ser su dueño o es libre por ser su dueño?
No me cuadran las cuentas…
@Moli de Getafe:
«Hace unas semanas el señor Valcarcel, permítame que le nombre de esta manera,»
Permitido — la culpa es mía por quedarme con ese nick…
«nos explicó y creo que yo al menos le entendí que, sin ser él ni mucho menos empirista, sí aceptaba hasta cierto punto estas herramientas como forma cierta de aproximación, es decir, a modo de útil ejemplificación.»
Correcto.
Sin embargo, usted empieza bien pero decae un poco cuando dice:
«yo personalmente apuesto por aquellos que van un poco más allá que yo en cuanto a hacer retroceder posiciones al Estado y tener un punto de confianza mayor en el individuo.»
Hmm—espero que rectifique esta frase porque suena muy bonita pero no es sostenible por pura lógica. Precisamente si no aclaramos qué es el Estado legítimo y qué puede hacer, difícilmente se puede hablar del individuo y sus libertades. Permítame pensar que esta frase la debo tomar como una especie de «amenaza» o afirmación velada — a efectos de: «creo que me voy con los libertarianos porque la verdad es que estoy rozando la anarquía.»
“Hagamos retroceder ( todos juntos ) al Estado hasta que sea limitado. Luego, si hemos logrado una masa crítica, sospecho que se caerá solito. Si no, volvamos a la carga, con buen humor, a la mañana siguiente”.
Una frase bastante irresponsable, lo siento: la primera parte es correcta, pero eso de querer abolir el Estado y los gobiernos me suena mucho a la anarquía de bandera negra y al comunismo revolucionario. Aquí hay liberalismo, no odio a la autoridad.
Lo ve, ya la hemos liado.
No, lo que digo es que yo, de talante marcadamente conservador y poco proclive al cambio, sin embargo siempre me he sentido extrañamente atraído por aquellos que plantean un nuevo adelgazamiento del Estado o expresan un concepto nuevo en este sentido.
Si quiere se lo explico así :
Yo los veo como las fuerzas de choque y como el ariete que se lanza al asalto, para que luego la leal infantería entre en escena y se haga cargo.
En cuanto a «definir qué es el Estado legítimo y qué puede hacer» no he tenido nada que objetar a lo que ha ido usted desarrollando estos últimos días, mi puntualización va más en el sentido de que sea necesaria o no la ruptura en este momento inicial con todo aquello que pueda sonarnos a «anarco».
Moli de Getafe: Agradezco esa aclaración porque cuando las cosas se lían, los platos empiezan a volar por todas partes. ¿Sabe lo que pasa? Que existe una mala costumbre entre muchos liberales a la hora de pensar, sobre todo cuando hacen referencia a la Const. de los EEUU, que ese documento les da todo tipo de derechos que NO existen – «soy un chico gay, estoy enamoradísimo de mi pareja, y qué HP es Alfredo Coll por homófobo y por discriminarme.» ¿solución? Nos inventamos, estirando la constitución con la ayuda de jueces federales politizados, un derecho al matrimonio gay. Mientras, yo, como liberal, les digo: ¿ustedes quieren casarse? Mire: pídaselo a la cámara legislativa — la Constitución NO prohíbe que la cámara legislativa apruebe leyes — ¿pero por qué no lo quieren? Porque saben que en el sistema democrático es mucho más difícil convencer a la ciudadanía a la hora de aceptar derechos especiales. Cada vez que un tribunal define un nuevo derecho, se limita el proceso democrático. Se olvidan de las sabias palabras de Hamilton: ¿para qué tener un bill of rights si el pueblo es soberano y la constitución descansa sobre la ciudadanía? Eso debería ser obvio pero no para esos liberticidas iluminado-amanerado-papistas de tres al cuarto.
Yo me siento atraído a todo aquél que defienda adelgazar las cosas ilegítimas en un Estado: por ejemplo, cuando el Estado va más allá de la instrucción pública técnica y pretende «educarnos».
Si usted los ve como fuerzas de choque, vale, pero tenga claro algo: cuando termine la «guerra», se haría con ellos lo que se tuvo que hacer con los acólitos de Trotsky. No tienen cabidad dentro del liberalismo.
¿ Entonces, de acuerdo ?.
Estamos de acuerdo en lo que tenemos que estar de acuerdo — y eso es lo importante.
En una nota más «ligera/light» y «personal»…estaba haciendo memoria ayer y hoy sobre mi niñez y creo que allá por 1985, siendo todavía un niño de 4 años (pero tengo buena memoria de aquellos tiempos, una memoria fotográfica), recuerdo que mi primera concienciación política nació a través de una película famosa de 1985 — la de James Bond — Panorama para matar. Nunca se me olvida cuando por primera vez me senté frente a la tele a verla — verano de 1985 y me impresionó bastante ver los personajes malos de la película — como los agentes del KGB. Si a eso le unimos que yo ya seguía los telediarios y las intervenciones de Ronald Reagan, poco a poco se me iba despertando más y más curiosidad y no paraba de leer y pedirle libros a los adultos que me rodeaban. No sé si la política como ideología se lleva en el ADN o la sangre pero en mi caso, tengo bien claro que desde que tengo memoria, siempre fui rabiosamente anti-comunista. Quizá porque en el fondo siempre me sentí superior a los demás niños y me resistía a que se me igualara con ellos – odiaba esa esclavitud. Yo creo que un liberal es aquella persona que se ha sentido asfixiada en algún momento por el igualitarismo y ha decidido emplear la lucha para destruir la igualdad artificial. Buenos tiempos aquellos…1985…un mundo bipolar, no había internet todavía a nivel popular, ni móviles, ni chorradas como ahora y se jugaba en la calle o se iba a la biblioteca. Perdonen los señores lectores por este desvío de memoria histórica pero era inevitable decirlo…el que vea esto y no se sienta con ganas de coger la pistola y luchar ahí con Bond contra los KGB no merece la pena ser liberal y ni siquiera persona.
Para mí el año 1985 fue «El Año», incluso más que 1989, 1992 o el 2000.
Antes de ese año es verdad que algunos seguíamos a Ronald Reagan, pero teníamos un cierto temor a que sus políticas no tuvieran éxito, al menos al corto plazo, y que finalmente fueran abandonadas por sus sucesores o incluso por él mismo.
Pero a partir de ese año todos empezamos a comprender hasta que punto estaba acertado en sus análisis y lo decisivas que habían sido sus acciones, y algunos nos volvimos entonces unos fanáticos «Reagan boys» y hasta aquellos que antes se habían burlado ahora nos empezaban a escuchar con una cierta curiosidad y bastante respeto.
Cuando se defiende la igualdad lo que se está defendiendo es la igualdad de oportunidades; es decir, que nadie esté limitado por no tener tanto dinero como otro, por ejemplo. ¿Y qué tiene ello de malo? Nada, absolutamente nada.
Lo que sí está mal es que dos personas con la misma capacidad intelectual y la misma disposición para los estudios no tengan las mismas oportunidades para, por ejemplo, ir a la universidad, simplemente porque una de esas personas viene de una familia rica y la otra no.
¿Te creías/crees superior a los demás, Alfredo? Hitler también se creía superior a todos, algo que en el fondo no era más que un intento de esconder su complejo de inferioridad.
@Dylan: Me parece que usted no se ha leído el ensayo — he defendido la iguald. de OPORTUNIDADES en reiteradas ocasiones.
«Lo que sí está mal es que dos personas con la misma capacidad intelectual y la misma disposición para los estudios no tengan las mismas oportunidades para, por ejemplo, ir a la universidad, simplemente porque una de esas personas viene de una familia rica y la otra no.»
Bueno pero esto también dependerá de nuestro concepto de lo que es justo o injusto — lo que no es procedente es obligar a que todo el mundo se vea forzado a pagarle la educación a estos pobres. Yo no entiendo cómo se puede ser tan intransigente cuando tenemos un amplio historial de fracaso cada vez que el gobierno o los gobiernos intentan «mejorar la vida de los pobres» o tal o cual colectivo.
«¿Te creías/crees superior a los demás, Alfredo?»
Pues sí la verdad: yo sé que, por ejemplo, soy mejor que un asesino y también sé que soy mejor que usted — de eso no me cabe ninguna duda. Hablo desde una perspectiva puramente material, ya que espiritualmente no hay nadie bueno — y también sé que para mi, una mujer delgada es superior a una gorda. Al final eso es lo que cuenta y se reduce a preferencias personales.
«Hitler también se creía superior a todos, algo que en el fondo no era más que un intento de esconder su complejo de inferioridad.»
La comparación es una estupidez: Hitler se creía superior a los demás y, al igual que gente como usted, intentó utilizar al Estado para imponer un sistema totalitario y colectivista que obligáse a que todos marchásen en la misma dirección que él quiso – en el fondo, yo que usted me lo haría mirar, porque seguramente si analizamos sus ideas económicas y políticas, usted tiene muchísimo más en común con Hitler que lo que yo pueda tener.
Considero insultante, verdaderamente insultante, que usted diga que está seguro de que es mejor persona que yo, cuando no me conoce para nada.
Un poco de humildad, de saber reconocer errores, limitaciones y defectos propios no vendría nada mal… Usted por lo visto ve la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.
Hitler era un fascista y un INTOLERANTE. E intolerantes hay muchos, lamentablemente.
thomas.maher@deti.ie
Sin embargo, usted no considera insultante insinuar, también sin conocerme, que me asemejo a Hitler. ¿Considera insultante que yo diga la verdad? De acuerdo — intentaré no recordarle que soy superior a usted. Aplíquese usted mismo su rollo y moralina y aprenda a participar diciendo cosas inteligentes — aquí participan progres y también hasta comunistas sin el más mínimo problema — usted ha entrado en plan torero, o mejor dicho, como un toro y yo soy un buen torero: créamelo.
Es cierto que intolerantes hay muchos — no los busque aquí porque aquí lo que hay es liberalismo puro y clásico. Que ironía que me hable usted de paja en el ojo ajeno cuando usted es el que ha iniciado esta discusión sin importancia.
Ya conocemos la historia de Hitler, gracias — si no le importa, ponga el enlace y nada más y así no tenemos sábanas enteras de la wikipedia.
PD: Hitler no era un fascista en el término estricto de la palabra: era un nacional SOCIALISTA…osea que, no creo que yo esté muy errado cuando digo que se parecerá más a usted que a mí.
Ja, ja, ja… ¡Lo que hay que leer por estos lares! Ahora resulta que Hitler no era un fascista…
Claro, claro, y Elvis Presley era un faraón egipcio del siglo X antes de Cristo…
thomas.maher@deti.ie
Señor Dylan: no sea ignorante — fascismo — definición de la RAE:
fascismo.
(Del it. fascismo).
1. m. Movimiento político y social de carácter totalitario que se produjo en Italia, por iniciativa de Benito Mussolini, después de la Primera Guerra Mundial.
2. m. Doctrina de este partido italiano y de las similares en otros países.
No lo confunda con nacional-SOCIALISMO que para eso ya está usted — un partidario del socialismo. Por cierto, a usted igual sí pero a mí no me hace ninguna gracia su ignorancia.
Y «off topic» — señores:
Hoy se ha confirmado, como Dios manda, que Garzón pasará a juicio — menos mal que todavía queda «algo» de justicia en España.
[…] Tercera parte del serial de Alfredo, “¿Quién es Liberal?”: […]