Hamiltonianismo: Conclusiones finales

Muchos jeffersonianos dicen que el «New Deal» representó una fusión entre el hamiltonianismo y el socialismo de Franklin Delano Roosevelt. Yo creo que es mucho más plausible decir que los progres del «New Deal» abandonaron el ideal democrático y tecnocrático del hamiltonianismo de Herbert Croly a favor de la idea de un estado clientelista y de «lobbys» poderosos/intereses especiales y particulares. Los defensores del «New Deal», para escudarse de las acusaciones de que eran fascistas o comunistas, hacían hincapié en la ausencia de un poder centralizado para llevar a cabo el programa y lo cierto es que tampoco podemos decir que el «New Deal» fuera algo «marxista»: los medios de producción seguían en manos privadas. Los progres del New Deal encontraron su patrón no en Hamilton, sino en Madison, sobre todo por lo que dice Madison en «El Federalista», Nº10, donde desarrolla una teoría de las distintas «facciones» en un gobierno. Reinterpretaron lo que dijo Madison para defender el «pluralismo.» Franklin D. Roosevelt jugó un papel importantísimo a la hora de expulsar a Hamilton del panteón americano. FDR se vio mucho mejor representado en Jefferson: los dos eran aristócratas adinerados. En su mente, Jefferson en realidad quería «gobierno popular» y no necesariamente un gobierno limitado, débil o descentralizado. A todos los defensores de Jefferson como el patrón liberal, más les valdría tomar nota de lo que dijo FDR en la Convención del Partido Demócrata en 1928: «Hoy tenemos a Hamilton. ¿Hay un Jefferson en el horizonte?» Poco después, efectivamente, nace un nuevo Jeffersonianismo interno (ignorando, por supuesto, el racismo de Jefferson). El revisionismo histórico se inicia en este periodo de tiempo y ahí están como ejemplo los historiadores izquierdistas como Arthur Schlessinger y Richard Hofstadter.

Sin embargo, en la política exterior, el hamiltonianismo seguía vivo. Es interesante ver como los líderes del movimiento a favor de los «derechos civiles» para los negros en los 1950s y 1960s ignoraron a Hamilton por completo y jamás se inspiraron en sus ideas. Porque, no se puede negar que precisamente fue gracias al gobierno federal poderoso que los negros pudieron llegar a tener el derecho al voto. Deberían leer lo que dice «El Federalista, Nº76»: ahí Hamilton defendió la existencia de jueces poderosos e independientes, lo cual permitió que esos mismos jueces en los años 60 dieran esos derechos a los negros. Es más, Hamilton era el que más combatió, en su época, contra la esclavitud y el racismo imperante de su época. Hamilton defendió darle derechos de ciudadanía a los negros y armarles. Hamilton decía que los negros eran «una clase desafortunada.» Jefferson, al contrario, siempre luchó contra la liberación de los esclavos si no podía ser acompañada por un viaje de los negros a África.

La famosa «New Left» (esa izquierda que apoya a los islamistas y está muy extendida en España y el resto de Europa y partes de EEUU) y los conservadores modernos en EEUU tiran de Jefferson y su recelo hacia la autoridad, sea comercial o gubernamental y ambos comparten el fuerte individualismo de Jefferson. Los jeffersonianos de izquierdas defienden el matrimonio gay, y arremeten contra las multinacionales mientras que los jeffersonianos de derechas defienden los derechos a la propiedad privada absoluta. Hay mucho más en común entre los ciudadanos que quieren «revoluciones sexuales» y los que dicen que «no pago un impuesto más porque no me da la gana.» Es decir, hay muchos paralelismos entre los de la carroza gay y los de la insumisión fiscal. Ambos detestan a Hamilton: un individuo socialmente conservador y defensor de las empresas grandes y de un gobierno grande para lo que necesita ser grande.

La marca McCarthy-Buckley-Goldwater le debe mucho más a los antiguos demócratas sureños que a los Federalistas-Whigs del Partido Republicano. Las raíces filosóficas de estos liberales (que también lo son, aunque profundamente equivocados) contienen un profundo rechazo a cualquier gobierno y estado: son anti-estatistas absolutos, defienden los «states rights» por encima de todo, son anti-elitistas y anti-intelectuales y todo esto tiene sus origenes en el populismo sureño de EEUU. La defensa de Hamilton y sus ideas quedó como tarea para los «moderados» del noreste como el famoso senador Jacob Javits de Nueva York. El último y famoso ejemplo de un Hamiltoniano total en política exterior fue Richard Nixon y el sucesor de Hamilton en la tesorería, en la época de Nixon: John Connally — este hombre era un demonio para los críticos del nacionalismo económico aunque yo he hablado con americanos que vivieron en la época de Nixon y me comentan que nunca se vivió tan bien como en esa época (hablan en términos económicos). No obstante, y a pesar de que existen institutos «hamiltonianos» como el ESI (Economic Strategy Institute), lo cierto es que hoy por hoy, el Partido Republicano de EEUU está dominado por los jeffersonianos anti-estatistas anárquicos, «dixiecrats» de todo tipo, misesianos locos, milicianos y los famosos «libertarianos» molestos. Es cierto que incluso Ronald Reagan tenía tendencias Jeffersonianas: él también fue un demócrata apóstata 😉

A Hamilton no le hubiera hecho ninguna gracia otras cosas de la Derecha típica de Reagan: por ejemplo, el brutal déficit de la época de Reagan que sigue hasta la actualidad. Hamilton creía que un déficit moderado podría ser sostenible, pero siempre moderado para que los gastos puedan estar en armonía con los recortes de impuestos. En su «Segundo informe sobre el crédito público» (1795), Hamilton dijo que «la deuda descarriada es la enfermedad natural de todo gobierno» y que eso «podría desencadenar en convulsiones y animosidades revolucionarias peligrosas.» El mismo hombre que aplastó a los rebeldes de la «Whiskey Rebellion» no habría sentido ninguna simpatía por la insumisión fiscal ni por la retórica anti-gubernamental absoluta de gente graciosa y pintoresca como Ron Paul.

Todo el mundo aquí sabe que EEUU tuvo sus mejores días en la segunda mitad del siglo XX. Después, la nación se hizo más y más Jeffersoniana, gobernada por coacción y partidismos absurdos, y un pueblo cada vez más dependiente y menos fiable y mucho menos auto-suficiente. Este declive se recubre con el caramelo de la retórica de «libertad, justicia e igualdad para todos». Pero, realmente, hoy en día los Hamiltonianos están en las FFAA y en el Departamento de Defensa de los EEUU. A esos les interesa más la defensa y la base industrial autónoma para mantenerla que los empleos públicos en Detroit. Gracias a los Hamiltonianos, EEUU sigue siendo líder en informática militar, tecnología e industria militar y medicina: es decir, el llamado «complejo industrial-militar». Hoy en día, el Hamiltonianismo es más necesario que nunca: EEUU tiene que competir con potencias emergentes y tecnológicas, y la amenaza de la inmigración masiva del Tercer Mundo. En estas circunstancias, defender siempre lo mismo, esto es, «gobierno totalmente limitado» es surrealista. Ya que no es realista pensar que se vaya a reducir el tamaño del gobierno, por lo menos sí se puede pensar en auemntar su calidad. Por eso cada vez más se hace necesario un ejecutivo fuerte pero no autoritario, y una élite meritocrática que sea capaz de resistir las presiones de los «lobbys» sin dejar de ser responsables ante el electorado.

Hay que aprender de Hamilton: Hamilton era conservador y radical, tradicionalista y revolucionario, reaccionario y visionario, Tory y Whig, todo junto. Es una fuente de inspiración para cualquier liberal de verdad y también para alguien de cualquier ideología. A los liberales no nos toca destruir nada: nos toca reconstruir de lo antiguo. En esa tarea, Alexander Hamilton, nuestro arquitecto maestro en el sentido laico, tiene que ser nuestra guía preeminente.

18 comentarios

  1. leak · ·

    Alfredo:

    Mi conclusión es que el hamiltonianismo tiene sus virtudes, pero que su aplicación en otras naciones aparte de EE.UU se tropieza con más de una dificultad. Entre estos inconvenientes veo el costoso equilibrio que significa tener un gobierno fuerte sin caer en centralismos estatistas, el riesgo de caer en elementos de planificación monetaria, el riesgo de un conservadurismo tradicionalista poco respetuoso de la individualidad y algunos otros.

    Por supuesto que el jeffersonianismo también tiene sus potenciales inconvenientes, pero tiene una amplitud que es a su vez su mayor punto débil y su mayor baza. ¿Por qué digo ésto? Si usted está a favor de la moneda fuerte no controlada por el Estado, en gran parte del mundo encontrará aliados, pero pueden ser liberales o socialistas. Si usted está a favor de los states’ rights (llevados a su máxima expresión), puede que concuerden con ud. conservadores populistas, libertarios o liberales clásicos (estos últimos, con reticencias). Si usted es partidario de un enorme respeto por el invididuo y por el librecambio, puede tener de su lado a libertarios y a socialistas utópicos, pero es probable que tenga a algún minarquista también.

    No conozco España como para saber si el hamiltonianismo podría cuajar en ella. Si conozco otros países y mucho me temo que, para hacer cuajar el liberalismo en ellos, lo necesario es evitar la referencia a » un ejecutivo fuerte pero no autoritario, y una élite meritocrática que sea capaz de resistir las presiones de los “lobbys” sin dejar de ser responsables ante el electorado». Si bien las elites de esos otras naciones van a existir siempre (y como tales, prefiero que sean Hamiltonianas), cualquier pequeña concesión en el sentido de una fuerte presidencia, de un proteccionismo de base o de una sociedad tradicional, llevaría, casi con seguridad, a que dichas elites se vuelvan estatistas, nacionalistas y corporativistas.

    Personalmente, si tengo que elegir entre un jeffersonianismo degenerado y un hamiltonianismo degenerado, creo que prefiero correr el riesgo con el primero. La anarquía no me asusta me parece más «fácilmente solucionable» que el corporativismo.

  2. valcarcel · ·

    Leak:

    «Entre estos inconvenientes veo el costoso equilibrio que significa tener un gobierno fuerte sin caer en centralismos estatistas,»

    Cierto pero España es un país pequeño y eso es solucionable…

    «el riesgo de un conservadurismo tradicionalista poco respetuoso de la individualidad y algunos otros.»

    Pero si eso ya existe con o sin Jefferson: es más, en los estados de EEUU más «jeffersonianos» es donde más prohibiciones de cierto tipo-social existen: en Tejas por ejemplo está el prohibicionismo contra el alcohol…y nadie negaría que los tejanos son bastante jeffersonianos y agrarios…

    «Si usted está a favor de la moneda fuerte no controlada por el Estado,»

    hmm: debo decir que existe un debate entre nosotros los monetaristas: yo creo que los tipos de cambios deben ser libres-del mercado pero sí creo que el BCentral debe fijar unos tipos de interés. En ausencia del patrón oro, es la única manera de mantener el valor y peso de una moneda…

    «Si usted está a favor de los states’ rights (llevados a su máxima expresión),»

    Estoy a favor de los «states rights» en lo que es constitucionalmente aceptable: cuestiones locales como educación, normas sociales, y el tema de la religión en el colegio…

    «puede que concuerden con ud. conservadores populistas, libertarios o liberales clásicos (estos últimos, con reticencias).»

    Es que lo último que necesitamos los liberales son los populistas: eso le ha hecho muchísimo daño al liberalismo y al Partido Republicano de EEUU.

    Es cierto que existe cierto peligro sí: pero es que realmente el mundo hispánico no tiene otra alternativa: o gobiernan personas «de élite», inteligentes y preparadas, o vamos a caer en manos de populistas de todo tipo como nos ha ocurrido en España con el Zapatero y les ha ocurrido a los venezolanos con Chávez. ¿Qué es preferible para un liberal? ¿Un gobierno chavista o uno autoritario y fuerte en lo que debe serlo sin pasarse mucho? Yo no defiendo (por mucho que algunos lo insinúen) el sistema de Pinochet — pero siempre dije que en el caso chileno, solamente habían dos alternativas: o Pinochet o el comunismo. Así es la situación por allí. Mientras, por aquí es algo distinta la situación pero resulta que los liberales españoles en su mayoría, actualmente, ni son liberales en realidad ni son nada más que populistas y gente que plagia artículos (como demostramos aquí ayer) y hay un fuerte sector ultra-católico y tradicionalista en lo que no se debe serlo.

    A mí sí me asusta la anarquía: en España nos condujo a Franco y siempre existe ese peligro en el mundo hispano si permitimos demasiada manga ancha…es un mundo de extremos, muy apasionado.

  3. Harry · ·

    Esto es indignante. No sé por qué pero usted tiene una forma de escribir y decir las cosas que dan ganas de caerle a palos. Sí lo reconozco: usted me cae MUY MAL y sus amigos también.

  4. «Los progres del New Deal encontraron su patrón no en Hamilton, sino en Madison».

    Madison era el díscolo de los tres Federalistas, se pasó al Republicanismo jeffersoniano y fue el que supo compatibilizar al federalismo con el republicanismo. Madison era el moderado de los Padres Fundadores, pero la Revolución fue jeffersoniana: La Declaración fue redactada por Jefferson, la Constittución fue eleborada principalmente por Madison y el Bill of Rights fue idea nuevamente de Jefferson.

    «Jefferson en realidad quería “gobierno popular” y no necesariamente un gobierno limitado, débil o descentralizado.»

    Eso es completamente falaz: el Republicanismo quería democracia representativa, un gobierno «frugla y sencillo» que fuera de ámbito mayormente local. El Federalismo quería democracia directa en la elección presidencial -paradojas del destino fue un démocrata sureño, Andrew Jackson, quien se cargaría el «cuarto poder», el Colegio Electoral-, un gobierno federal fuerte con un gran presupuesto con el que financiar obras públicas y una cuantiosa fuerza armada, y finalmente un poder nacional que centralizase competencias de la esfera estatal y local.

    «Jefferson, al contrario, siempre luchó contra la liberación de los esclavos si no podía ser acompañada por un viaje de los negros a África.»

    En sus memorias autobiográficas -pena que no esté Francisco para ilustrarnos- Jefferson condenó la esclavitud y se mostró partidario de su abolición. Jefferson no era racista, vivía en su casa de Monticello con negros, tuvo amantes negras e hijos mulatos. Hasta Milton Friedman reconoce que Jefferson era poco o nada esclavista. Otra cosa es que el virginiano creyese que blancos y negros no pudiesen vivir en sociedad juntos, en parte tiene razón, pues en América negros y blancos siguen viviendo en barrios separados, y generalmente los negros suelen estar en un nivel inferior de la pirámide social. Por cierto, fueron los norteños quienes empaquetaron a millares de negros en barcos hacia Liberia, no los confederados, que los necesitaban para los cultivos.

    Es resto del artículo me parece bastante acertado, aunque simpatizo más con las conclusiones de Leak.

  5. «Mi conclusión es que el hamiltonianismo tiene sus virtudes, pero que su aplicación en otras naciones aparte de EE.UU se tropieza con más de una dificultad. Entre estos inconvenientes veo el costoso equilibrio que significa tener un gobierno fuerte sin caer en centralismos estatistas, el riesgo de caer en elementos de planificación monetaria, el riesgo de un conservadurismo tradicionalista poco respetuoso de la individualidad y algunos otros.»

    En España fue lo que sufrimos en el XIX, cambiando al presidente federal por el presidente del consejo de ministros y el rey. El excesivo peso del ejecutivo da lugar a un bonapartismo sobre todo cuando trata de aplicarse en sistemas parlamentarios donde ejecutivo y legislativo van de la mano. Además al ejecutivo federal no sólo deben enfrentarse la justicia y la legislatura federal, sino también los poderes subnacionales. Por desgracia España es un país centralista -pese a que muchos quieran dar vivas a una inexistente confederación-, y el centralismo es una forma de tiranía.

  6. valcarcel · ·

    Sobre Jefferson y eso de la democr. popular: no lo digo yo — lo pensaba FDR y pudo justificarlo más con los escritos de Jefferson que con los de Hamilton. Lo que quise decir es que los socialistas usan más a Jefferson porque a Hamilton no tienen por dónde cogerlo. Hamilton también estaba a favor del Colegio Electoral.

    Sí, Jefferson condenó la esclavitud pero quería una América totalmente blanca y su idea era deportar a todos los negros a África: no lo critico, ojo, lo digo porque muchos defensores de Jefferson se horrorizarian con eso y tampoco vale eso de que «era otra época» porque Hamilton no compartía esa idea. Se puede ser racista y tener amigos y amantes negros: conozco varios casos de personas que han mantenido relaciones «de amor» con personas de color y siguen siendo bastante «racistas» en lo general.

    Es cierto lo de Liberia: repito — yo no lo critico, ni mucho menos — lo que digo es que los Jeffersonianos en EEUU suelen tapar esas realidades. Me llama la atención una cosa: dices que blancos y negros no pueden vivir en sociedad juntos — bien: ¿entonces ahora te das cuenta de lo irresponsable que sería tener puertas abiertas en nuestras fronteras?

    Lo de que España es centralista es muy cierto pero no es por el hamiltonianismo ni mucho menos por el liberalismo español: lo que ocurre es que tuvimos la maldita desgracia de la invasión francesa.

  7. valcarcel · ·

    Por cierto Andrés, es curioso esto porque los dos hemos llegado a un punto parecido: yo creo que tu artículo sobre el Jeffersonianismo no contiene ningún defecto y está bien en lo histórico pero ahora me pregunto yo: ¿te das cuenta hacia donde tenemos que ir en el liberalismo? Quiero decir, después de estas conclusiones de los dos, me gustaría saber si por lo menos ya has consolidado un criterio racional sobre las locuras del Mises y demás «dixiecrats» que tupen el Partido Republicano de EEUU. Es decir: ¿en qué dirección quieres ir, Andrés?

  8. «Sí, Jefferson condenó la esclavitud pero quería una América totalmente blanca y su idea era deportar a todos los negros a África»

    Para nada, repito que fueron los republicanos del ala del bueno de Abe quienes querían mandar a todos los negros de vuelta para África, a esa vergüenza de estado llamado Liberia. Jefferson sólo señaló que blancos y negros eran difícilmente cohabitables, precisamente por las diferencias económicas, culturales y sociales que existían entre dos comunidades. Hacia la década de 1850 surgió un movimiento llamado Know Nothing que cristalizó en el Partido Americanista que eran un movimiento nacionalista y racista respecto a los inmigrantes irlandeses católicos. Lincoln y Jefferson Davis -el presidente de los CSA- utilizaron a los irlandeses en función de sus intereses al igual que hicieron con los negros.

    Cuando decía hace un par de días que Jefferson se me asemejaba en ciertos planteamientos a Pi i Margall era debido a que ambos fueron objeto de muchas críticas y elogios desde distintos enfoques ideológicos. Muchos, como los neconfederados del Mises, los Dixiecrats, la Jefferson School of Social Science, seleccionan de Jefferson lo que les interesa, al igual que la CNT, el PSOE o ERC dicen beber de las teorías piimargallianas. Delano Roosevelt podría decir lo que quisiese en sus discursos, pero lo cierto es que el New Deal se me asemeja mucho a las posturas de Hamilton, la de Clay, las de Daniel Webster y la de Lincoln y Theodore Roosevelt. Por el contrario el Reganismo, sin querer queriendo, defiende cosas claramente jeffersonianas, al igual que la Public Choice, Hayel o hasta el disque «socialista» -ni mucho menos- de Milton Friedman.

    «dices que blancos y negros no pueden vivir en sociedad juntos — bien: ¿entonces ahora te das cuenta de lo irresponsable que sería tener puertas abiertas en nuestras fronteras?»

    No digo que blancos y negros no puedan vivir en sociedad, sino que Jefferson creía tal cosa. Del mismo modo entiendo que los gitanos no están preparados para vivir en sociedad, y no por ello pretendo deportarlos a Egipto, como pretendieron en la época de Carlos III. Otra tanto podría decirse de los musulmanes. Pero claro, yo defiendo que no sea el estado quien diga quien entra y quien sale, si no la nación. Si Suiza no quiere minaretes y decide establecer una moratoria para autorizar la construcción de más mezquitas en mi opinión está en su derecho, oiga.

    «Lo de que España es centralista es muy cierto pero no es por el hamiltonianismo ni mucho menos por el liberalismo español: lo que ocurre es que tuvimos la maldita desgracia de la invasión francesa.»

    En Francia triunfaron los Jacobinos, que eran una versión radicalizada del comunitarismo rousseauniano. Los Girondinos precisamente eran la vertiente federalista y admiradora de los Estados Unidos, la que al final fue derrotada. En España confluyen los factores de las ideas de la Revolución Francesa, en su mayoría jacobinas, la existencia de un poder cuasi feudal en las provincias, de un déspota en Madrid y de una economía mayormente rural.

  9. «¿en qué dirección quieres ir, Andrés? »

    Pues dejar bien claro que el liberalismo poco tiene que ver con lo que defiendan los neconfederados de un pueblo de Alabama, con las tribulaciones de un senador tejano homófobo y racista, con los amables paseos por Iraq y Afganistán de los cowboys G.W.Bush, Donald Rumsfeld y Condoleeza Rice y con la manía por darle al botón de imprimir billetes de un tal Ben Bernanke.

  10. valcarcel · ·

    Sobre Jefferson y el racismo y su deseo de deportar a los negros:

    http://www.theatlantic.com/past/docs/issues/96oct/obrien/obrien.htm

    La diferencia entre el bueno de Abe, nunca mejor dicho, y Jefferson es que Abe dijo que había que persuadirles a irse — no a la fuerza. Sobre los inmigrantes católicos, pues en esto tenían aún más razón ya que alteraron profundamente los cimientos protestantes del país y en un principio, al ser papistas, eran leales al Papa, no a EEUU.

    Lincoln o TR jamás hubieran aprobado del New Deal ya que éstos decían que las reformas sociales están bien y son necesarias, pero dentro de la Constitución, al contrario del New Deal.

    Me ha sorprendido tus durísimas palabras acerca de Ron Paul: no lo critico, pero siempre pensé, debido a tus afiliaciones con ciertas ideas, que tirabas más hacia el Ron Paulismo — ya me aclaraste alguna vez que no eres ron paulista pero a veces me quedaban dudas.

    Sobre Irak y Afganistán: pienso que estas guerras no es que sean «liberales» — o «liberticidas» – sencillamente responden a una realidad: EEUU es una superpotencia y quiere mantener ese estatus. A mí no me parece mal que quieran intentar velar por su seguridad. Prefiero mil veces más un EEUU que se va de «aventuras» por poder hacerlo, antes que un Irán que haría lo mismo si tuviése el mismo poder.

  11. «Me ha sorprendido tus durísimas palabras acerca de Ron Paul: no lo critico, pero siempre pensé, debido a tus afiliaciones con ciertas ideas, que tirabas más hacia el Ron Paulismo — ya me aclaraste alguna vez que no eres ron paulista pero a veces me quedaban dudas.»

    Nunca he simpatizado con el Ronpaulismo, de hecho ya publiqué un escrito denunciando esos intentos absurdos, tanto en América como España, por colar a los paleoconservadores misesianos o a los neconservadores dentro del programa liberal. Por suerte en Cato Ron Paul y Sarah Palin no son gratas visitas.

  12. valcarcel · ·

    Bien Andrés, bien: y añado a lo que has dicho algo más — que a nadie se le ocurra colar el Palinismo aquí ni el Ron Paulismo ni los «tea parties». Ese tipo de personajes aquí, en Lib.Dem, son personas non-gratas.

    Andrés, hoy por hoy, ¿quién dirías que es un buen referente liberal entre los «famosos»?

  13. Famosos para mí sería Vargas Llosa, Tom Palmer, Randall Holcombe, Benegas Lynch. David Boaz, Johan Norberg, José Piñera, Pedro Schwartz, Carlos Rguez Braun…pero claro, son los que yo conozco. Posiblemente haya alguno más desapercibido que tengas buenos aportes.

  14. P.s.: Hasta el denostado Huerta de Soto tiene muy buenos artículos.

  15. valcarcel · ·

    De los que dices, no me va casi nadie ni David Boaz, ni Pedro Schwartz, ni mucho menos Carlos Rodríguez Braun o el Huerta de Soto ni Tom Palmer por lo que dice sobre Próximo Oriente, ni Norberg (es globalista radical y no entiende sobre el proteccionismo hamiltoniano)– Vargas Llosa sí, es con el que más puedo simpatizar de todos esos. Los demás son «libertarianos» radicales y esos tampoco me van para Lib.Dem — hay muchos así en los «tea parties».

    Lo único bueno que tiene Huerta de Soto son sus artículos denunciando el socialismo económico pero poco más provecho se le puede sacar. Yo no voy a dar mi «lista» todavía — porque muchos se van a cabrear pero ni son libertarianos como esos ni son «neocons» ni «paleos». Ya os iré comentando.

  16. Pues ya me dirás que clase de teóricos quieres seguir, por que los que he citado son todos, o casi todos, de la cuerda de Cato Institute. No he citado a nadie del Mises, que sé que no te van, o del Independent.

    Por cierto, hace semanas hablaba en mi blog sobre el modelo sueco. Es gracias a gente como Norberg por que Suecia es un país más libre en materia económica y social. No entiendo la crítica a la globalización, sólo plausible en gente marxista que come patatas bolivianas del «comercio justo», por no hablar de los fascistoides de «liberalismo sí, pero los que no tenga mi mismo color de piel fuera de mis tierras».

    No sé que dice Tom Palmer sobre Oriente Próximo -¿qué hay que cortar lazos con los sátrapas saudíes, que hay que pasar de Egipto y Turquía y centrarse en Israel, el qué?-. Tom Palmer tiene la ventaja de que es un liberal muy combativo con las hordas paleocons de Rockwell, el catolicón de Woods y demás ralea. Además es homosexual declarado según me consta, y eso está muy bien a la hora de quitarle a los socialdemócratas la bandera de la equiparación de derechos.

  17. valcarcel · ·

    Bueno Andrés: Vamos a ver si nos aclaramos y es mi deber aclararlo para evitar confusiones. Tu bien sabes que siempre intento aclarar posturas para los jóvenes. Sí, es cierto que esos teóricos que citas no son misesianos y por lo tanto mejores — no discrepo en nada con eso. Lo que critico de la «globalización» en sí no es el concepto: criticar la globalización por decir cosas como «justicia social» es una estupidez. Lo que critico es que si vamos a tener globalización, tiene que ser algo quid pro quo y que no podemos abrirnos a mercados cerrados porque para tener comercio libre, es decir mejor dicho: el comercio justo es comercio libre pero tiene que ser libre entre DOS partes. Yo comprendo tu recelo a los fascistoides y a los patateros huevo moralianos pero mi criterio es otro.

    Tom Palmer: critico su aislacionismo.

  18. «Lo que critico es que si vamos a tener globalización, tiene que ser algo quid pro quo y que no podemos abrirnos a mercados cerrados porque para tener comercio libre, es decir mejor dicho: el comercio justo es comercio libre pero tiene que ser libre entre DOS partes.»

    Hombre, pero precisamente para eso está, o mejor dicho, estaba, la CEE, al igual que existe un NAFTA, un ALCA, un COMESA, un EFTA o un TPPA. En realidad cualquier tratado u organización que siga el modelo del Tratado Cobden-Chevalier.

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