Progres & Pobres

Caballeros: Ayer, justamente cuando estaba disfrutando de un buen copón a tope de whisky, con mucho hielo, en un bar muy castizo como me gusta, encorbatado como casi siempre y con una mirada de sano desprecio y mofa hacia los personajes neo-progres que pululan ciertas zonas de Madrid, todos ellos ahora andando como patos afeminados en sus chanclas (caso de los chico progres) y sandalias cutres (caso de las chicas progres), me entero de que los progres nuyorquinos están empezando a sufrir las consecuencias de sus excesos. Si usted puede leer el inglés, el artículo del New York Times no tiene desperdicio. Ahora la última maniobra de ese diario progre es intentar hacernos sentir lástima por los progres, hijos normalmente de familias acomodadas en EEUU, que ahora empiezan a sufrir las consecuencias económicas de una crisis provocada, en gran medida, por esos queridos políticos que suelen votar los progres: los socialistas en el caso español y los demócratas en el caso estadounidense.

Una de las cosas buenas que tiene Madrid, sin embargo, es que normalmente los jóvenes de familias empresarias no suelen salir progres como en EEUU. No obstante, todavía pululan, por ciertos barrios, los pijo bohemios, que también tienen dinero pero van de progres por la vida, de buen rollo y siempre sonríendo. Para cualquier observador que les mire bien, son quizás demasiado amistosos: son los que serían capaces de llamar a San Juan, «Pepe.» Quizás es bien conocido eso de que lo primero que hacen cuando se levantan es sonreír, más bien para intentar salir de su crisis moral y personal, y olvidarse de que en realidad son unos fracasados con un «líder» como ZP que no es ya ni capaz de ser vendido por EBAY.

Bueno, pero vamos a regresar al asunto: progres & pobres. Confieso que cuando leí la notícia ayer, casi me atraganté con el whisky de la alegría que a uno le da las pocas veces que hay justicia poética.

En esta recesión económica, el New York Times parece desear que nosotros seamos capaces de sentir lástima para estos nuevos progres empobrecidos y que hasta deberían tener el derecho a que se publiquen sus miserias actuales.

Eric, el protagonista de la notícia, se enfada cuando se entera de que ahora sus padres ya no podrán pagar su piso de 1 dormitorio que, a precio actual, vende por 600.000 dólares. ¿Alguien quiere soltar alguna lagrimilla por el sufrimiento de este pobre diablo?

Estos chavalotes, en realidad niñatos progres y productos del sistema universitario que les ha timado (en parte por su culpa, porque creen lo que dicen las universidades sobre los temas sociales) ahora se ven obligados a regresar a sus hogares, con mamá y papá, incapaces de tener éxito en un mundo en donde desean vivir como reyes — pero reyes que han heredado sus reinos en vez de luchar por ellos, e incapaces de darse cuenta que no son, ahora mismo, nada más que «proletarios.» Permítanme explicarlo de otra forma: éstos nuevos desheredados tenían acceso al dinero que otros producían porque la burbuja inmobiliaria obligó a que los bancos, presionados por políticos progres, abran los cajones y presten dinero a quiénes en realidad NUNCA lo tuvieron, ni por herencia como todo buen nacido, ni por su esfuerzo individual no no: todo fue debido a PRÉSTAMOS.

Lean el artículo señores. Habla de Williamsburg por ejemplo, que viene a ser una zona «hip» o «fashion» de Nueva York, algo así como lo es La Latina en Madrid — durante muchos años, los chavalotes enchancletados, compradores y lectores asiduos del «New York Times» como aquí lo son de «El País», podían pagar sus gastos de alquiler gracias a los padres. Pero eso se acabó y se nota, según el artículo.

Señores: éstos no son niños, son ADULTOS. Y ahora que tienen que empezar a pensar y actuar como adultos, no tienen ni idea sobre cómo hacerlo. ¿Conseguir un empleo? ¿Ganar mi propio dinero? ¡¿Pero qué dices?, tío! Estos malcriados tienen ahora miedo porque se ven obligados a enfrentarse a un mundo que los desprecia, que los mira mal, igual que los madrileños de toda la vida miramos mal por lo general a los niñatos progres, que viven en otro mundo, alejado de la realidad. Y es que, es muy fácil ser defensor de los inmigrantes atracadores tomándose el Capucino en Chueca, rodeado de «boutiques.» Pero como buenos progres ejemplares, jamás han hablado con madrileños de verdad, con los madrileños que se levantan al amanecer para intentar mejorar la vida de sus hijos, por ejemplo, o los pensionistas que sufren la inseguridad en sus barrios, en ciertos barrios, o las personas de mediana edad que trabajan muchas horas limpiando porque no tuvieron oportunidades en la época de una dictadura franquista y por ende, socialista también. Casi ningún progre conoce a estas personas y esa es una de las diferencias más profundas entre los progres y los liberales. Los liberales, aunque tengamos origenes «pudientes» o seguridad económica, estamos muchísimo más dispuestos a conocer y a hablar de la realidad con los ciudadanos. Por lo menos podemos presumir de conocer a todo tipo de persona, cosa que los progres, en casi su totalidad, no pueden hacer porque si lograran soltar sus defecaciones mentales ante los madrileños decentes, se llevarían un par de hostias.

Pero a lo que iba, con el tema de los progres pobres nuyorquinos: ¿saben qué? Los padres se lo merecen. Se merecen sufrir los resultados podridos, fruto de una mala gestión con sus hijos y porque el resto de la población no se lo merece. Estos padres han criado una generación entera de chavales que jamás conocerán lo que vale el dinero, que carecen de una ética del trabajo, y que sufren de una mentalidad que reza: «que me paguen otros.»

Mientras estos niñatos pasan las noches entre semana malgastando el dinero de sus padres bebiendo alguna cerveza desconocida pero «internacional» en algún bar de copas «alternativo» y super-mega-guay, escuchando algún grupo musical que nadie conoce y charlando sobre las «injusticias del racismo, clasismo, y el sexismo y la homofobia», millones de adultos de verdad madrugan para trabajar o estudiar porque saben que no tienen otra alternativa ni tienen subvenciones de familia.

Ojo: el hecho de que una familia malgaste su dinero en sus hijos no tiene nada de malo en términos liberales — cada uno hace lo que quiere con su dinero, pero hablo de no sentir lástima cuando surgen los problemas, que también es la postura liberal.

En definitiva, muchísimos niñatos malcriados ahora tienen que verse obligados a trabajar y eso a mí, como liberal conservador, me agrada, porque si hay algo que yo siempre he defendido, y todos mis lectores lo saben perfectamente, sobre todo los que me conocen personalmente, es que para mí la única persona que merece mi respeto es el que se gana su dinero, no el que recibe de su familia o del Estado. Mi «ética» (por llamarlo de alguna forma) es la Protestante — esto es, que las personas que merecen respeto son las laboriosas, las que se ganan la vida honradamente a diario y que además sufren la fritanga de impuestos de los socialistas. Lo último que éstas personas necesitan es que venga un progre enchancletado a decirles que son unos racistas y que deben aumentar los impuestos directos porque el Estado sabe mejor que ellos cómo manejarlo y destinarlo.

Y aquí en Madrid eso, aunque de forma reducida (nada es tan exagerado como lo que ocurre en EEUU) ya se va viendo. Por mi zona, una zona muy «progre» porque está llena de «artistas» de todo tipo, cada vez veo que más comercios para esta gente van colgando los carteles de «Se Alquila» o «Se Vende» y eso me agrada porque es una forma de que el mercado se recicle y se deshaga de toda esa basura.

Los progres siempre han sido mentalmente pobres, pero ahora verán cómo sus políticas les convertirá en económicamente pobres, y no hay nada más agradable que acostarse por la noche sabiendo que en algún sitio, no muy lejano, quiebra la economía de algún progre. Y es que: no me agrada por la desgracia sino porque no hay mejor forma de aprender que no sea a palos.

Se lo merecen.

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