El agregador

El plan de acción de los liberales españoles. Occidente como fuerza destructora y como conservadora de la civilización.

Si la esperanza de conservar la herencia de la civilización radica en los EEUU & únicamente sus aliados, los liberales no podemos aplazar por mucho tiempo el concertar algún plan general de acción. Al construir un programa, los liberales debemos primeramente inquirir que instituciones sociales tenemos que conservar. Pongamos el caso de los EEUU: No tienen una Iglesia de Estado, ni caballeros, ni una aura de antigüedad, ni una clase media realmente diferenciada, y les va quedando muy poco de su orgullo imperial. Pero conservan la mejor constitución escrita del mundo; la más segura división de poderes; la mas amplia difusión de la propiedad privada; el más fuerte sentido de los intereses económicos; la economía más prospera (aunque ahora endeudados); una elevada tradición moral e intelectual y un espíritu de resuelta auto-confianza inigualado en los tiempos que corren.

¿Y España? Soy optimista, pese a las circunstancias que castigan la nación. Creo que podemos reconstruir un movimiento liberal contando con las pequeñas ciudades y municipios, de las que procede gran parte del poco vigor que queda en este país; con las iglesias individuales; y con objetivos claramente establecidos, al mismo tiempo que realistas.

Los liberales en general, y particularmente en España, hemos sido acusados con frecuencia de olvidar los derechos humanos/justicia social en beneficio de la propiedad, de tolerar una peligrosa concentración de la riqueza, de ceguera ante las exigencias de una sociedad «moderna», de intentos reaccionarios de aislamiento de las responsabilidades internacionales. Debemos convertir estos «vicios» en virtudes. Aquí va mi programa oficial:

1. Afirmación de la naturaleza moral de la sociedad. La felicidad del hombre es la preocupación principal de los gobiernos, pero la verdadera felicidad es la verdad. La piedad familiar y el honor público deben ser apuntalados. Un pueblo arrogante, avaricioso y tosco se debilitara. Debemos, pues, defender una vida nacional de dignidad individual y de orden/responsabilidad individual de todo ser humano.

2. Defensa de la propiedad: difundida y definida en forma de hogares, pensiones, derechos empresariales, etc; vigilancia estricta de los negocios y uniones económicas “leviatánicas” y sanciones severas contra comportamientos ilícitos en los negocios y contra la falta de ética moral en las transacciones comerciales.

3. Conservación de las libertades locales, de los derechos privados tradicionales y de la división estricta de poderes; pues si estos faltan, la nación camina hacia la «voluntad general» de Rousseau y allí permanece como ocurre ahora.

4. Humildad nacional. Debemos aceptar nuestros deberes ante el mundo, con modestia y precauciones, y descubrir que la diversidad es mejor que la uniformidad, aunque no lo sea siempre. Yo quiero una España con un Estado honesto, tranquilo y prospero, de una nación justa y libre, virtuosa y permanente pero sin excesos ni regulaciones dañinas.

5. Contra el anarquismo: El propósito fundamental de los pactos sociales es facilitar la administración de justicia. La libertad anárquica es incompatible con la justicia y el «hombre natural» cedió hace mucho tiempo y con su consentimiento, la libertad anárquica. Para nuestra felicidad común nuestros antepasados acordaron – y nosotros lo acordamos hoy – y nuestros descendientes lo harán en el futuro – ceder la «libertad natural» que no nos proporciona recompensa alguna a cambio de recibir los beneficios de la seguridad, reforzada por la justicia. Ningún hombre debe ser un juez en su propia causa. La veneración anarquista por la libertad absoluta es una necedad histórica y social. La sociedad puede negar privilegios a los hombres porque sean incapaces para ejercitarlos.

6. Mas descentralización para España: Por el mismo principio de que un hombre esta mas ligado a su familia que a la comunidad en general, los ciudadanos de cada municipio sentirán una preferencia mas fuerte hacia su gobierno local que hacia el Estado de la nación.

7. Inmigración limitada: Pese a todo lo que se ha dicho para defender el multiculturalismo, el «mestizaje», la religión del «anti-racismo», y la globalización; defensas que ahora se esgrimen con mucho mas fanatismo y agresividad debido al triunfo electoral de un negro en EEUU, nuestras conciencias siempre deben estar en desafío o a veces reducida a la somnolencia-del inmenso problema que puede existir donde quiera que varias razas o nacionalidades ocupen el mismo territorio. No se trata de racismo, ni de xenofobia, sino de que estos dos elementos perduran en todas las sociedades. El éxito electoral de Barack Hussein Obama en los EEUU no es una «negación» contra el racismo sino una afirmación racista, por lo menos procedente de una parte del electorado que es negro. La mayoría de los negros estadounidenses votaron a favor de Obama únicamente y exclusivamente por su raza. Y por mucho que algunos profetas falsos esgriman el argumento de «ha muerto el racismo», nada esta más lejos de la realidad cotidiana y social. En España, sin embargo, el problema no es tanto racial (de momento) sino migratorio y económico. En los últimos diez anos, ha llegado una enorme masa de trabajadores extranjeros procedentes de muchos países africanos, latinoamericanos, y norteafricanos y hasta europeos del este. El número va creciendo y la amenaza de una gran masa de personas dispares que no se sienten en su «casa» e insondablemente pobres debe estar siempre en el fondo de nuestras preocupaciones. La existencia de una clase foránea, por lo general descontenta con el hecho de tener que emigrar aquí, nos lleva a una verdadera ansiedad por conservar cada detalle de algunas estructuras actuales y sociales y por un ultra-vigilante recelo hacia ciertas innovaciones irresponsables en política migratoria. Es una cuestión pendiente pero abrigo una convicción: el peor problema de la inmigración no son, ni van a ser, los inmigrantes sino la segunda generación que ya va naciendo aquí. En España no hemos interiorizado la inmigración como un fenómeno interno como lo han hecho países que tienen una larga experiencia con la inmigración como EEUU y Reino Unido o Francia. Es decir, todavía vinculamos la inmigración con extranjería y nacionalidad. El problema gordo serán los hijos, que, como vemos en los EEUU con los hijos de los mejicanos y otros latinoamericanos, no se sentirán plenamente españoles o plenamente de la nacionalidad de sus padres. Esto ocurrirá mucho menos con los hijos de los rumanos o polacos y otros europeos, pero perdurará con los sudamericanos y con los marroquíes. Con respecto a este asunto, abogo por (1) endurecer los requisitos para acceder a la nacionalidad, incluso para los ya nacidos aquí de padres ilegales o extranjeros con residencia temporal, y (2) endurecer la ley de extranjería para limitar las reagrupaciones familiares y los requisitos de entrada/visado; (3) exigir un visado a todos los países extracomunitarios; (4) imponer cuotas anuales; (5) limitar la residencia permanente a personas que lleven un mínimo de diez años trabajando en España; (6) expulsión de delincuentes extranjeros tras cumplir condena; (7) si es posible, una alianza mediterránea entre Portugal, España, Italia, y Grecia en cuestiones migratorias.*

*Los países mediterráneos tenemos muchos intereses y actitudes en común con respecto a este tema de la inmigración. Quizás se debe a que somos países sin una tradición completamente mercantil y más «familiar». Pero, si hablamos con un griego o un italiano, veremos que muchos sienten las mismas preocupaciones y las expresan de una forma casi idéntica. Esto NO ocurre cuando trasladamos la cuestión a los países nórdicos porque sus preocupaciones no son las mismas y reciben otro tipo de inmigración que está ya mucho más arraigada y también porque el carácter de esas naciones es mucho mas pragmático.

España no es EEUU, obviamente, y EEUU es un país que históricamente ha sido construido por inmigrantes. No obstante, incluso allí hay un debate que se ha generado sobre la inmigración masiva y pese a que es, como vimos con las elecciones, un país profundamente pluralista, con oportunidades para todo el que se las quiera aprovechar, se siguen haciendo las «distinciones» entre negros y blancos, y otras razas, en los discursos políticos. El triunfo de Obama no significa absolutamente nada y es muy llamativo que se le dé tanta importancia cuando hace mucho que EEUU ya tiene negros en otros cargos casi igual de importantes: Condoleeza Rice, Clarence Thomas, entre otros. Thurgood Marshall fue el primer juez negro del TS de los EEUU. El «racismo» no murió con Marshall, ni ha muerto con Obama, ni morirá en el futuro.

8. Contra el positivismo jurídico: La pasión democrática por la legislación es una amenaza para la libertad. En España, que es una partitocracia no representativa, poco democrática pero democratista, cada vez que el partido de turno gana las generales se reúnen en el Congreso y entonces empieza a roer el gusano legislativo y viene la furia de redactar y promulgar nuevas leyes y revocar las antiguas. No creo que nos encontrásemos peor si durante los últimos cuatro o cinco años no hubiera sido dictada ley alguna por el Estado Español. Cuando un pueblo empieza a creer que puede mejorar la sociedad indefinidamente por medio de una alteración incesante de la ley positiva, nada queda seguro; cada derecho, cada pedazo de propiedad, cada uno de esos caros ligámenes que dan permanencia a la familia, al hogar, etc están amenazados. El pueblo entonces empieza a sentirse omnipotente, y cuando los asuntos sucesivos vayan cayendo en la confusión, mayor será su entusiasmo por la panacea legislativa que promete cortar todos los nudos.

España en particular sufre la maldición de este moderno anhelo de alterar, mutilar y paralizar el orden legislativo, y la causa de este error español es una interpretación extravagante e impracticable de las doctrinas de la igualdad natural. La economía es más próspera cuando es abandonada a sus propios recursos y es por eso que suelo aborrecer el intervencionismo excesivo aunque si estoy de acuerdo con cierto tipo de legislación sobre el comercio que no implique castigar al emprendedor pero si responsabilizarle cuando las cosas fallan y, también, obligarle a respetar sus deberes con los demás: ejecución de contratos. La vanidad popular, sin embargo, es utilizada por demagogos y especuladores inteligentes en provecho personal y de su clase, convirtiéndose así el Gobierno en un medio para extraer dinero y derechos a una parte de la población que se pliega a los intereses de los hombres que manipulan el sistema político. No podemos regularlo todo, y no lo deberíamos intentar. Hemos de tener en cuenta la fragilidad de la razón humana, la corrupción del carácter humano y los grandes intereses dominantes en la vida civilizada. Algunos insisten en una igualdad absoluta o ninguna y normalmente se quedan con lo ultimo o con una igualdad compartida igualmente entre miserables.

Conclusión:

Queda mucho por conservar o restaurar, mejor dicho.

La fidelidad no es una palabra, la fe no es una falacia y la libertad popular es algo más difundido y substancial que el ejercicio profano de los sagrados derechos de soberanía por las clases políticas. No podemos mejorar una sociedad poniéndole fuego; debemos buscar nuestras viejas virtudes y ponerlas a la luz de nuevo. España todavía es grande y capaz de regeneración. ¿Cuales son los remedios que propongo aparte de lo que ya he expuesto?

A. La restauración espiritual no puede ser un medio de restauración social: debe ser su propio fin.

B. La purificación de nuestro sistema de educación, de modo que la enseñanza pueda ser de nuevo verdaderamente liberal.

C. Respeto hacia el pasado y la Historia, responsabilidad para el futuro, propiedad privada, deberes tanto como derechos, recursos internos que importan mas que las diversiones y vicios de la masa con los que los jóvenes buscan el olvido de la carencia de propósito.

Puede que nuestro mundo este volviendo del estado contractual al de la simple naturaleza. Y, sea bueno o malo este proceso, debemos preparar la sociedad para el cambio providencial, guiando la vida que ahora esta tomando forma hacia el antiguo refugio de la civilización occidental y cristiana. Para ello necesitaremos visión, sentido común, valor, tolerancia pragmática, una resolución determinista, imaginación, austeridad justiciera, y la instrucción y tradición cristiana. La «democracia» subsistirá en alguna forma. El que haya de ser una democracia degradante o una democracia de elevación y representativa, depende de nosotros.

Aquellos que prefieren cambiar el amor viejo por otro nuevo piden un cambio para empeorar. La gran mayoría de hombres viven como murciélagos, en la penumbra, y solo conocen y perciben la filosofía de su época por sus reflexiones y refracciones.

2 comentarios

  1. He estado unos días muy ocupado y no estoy al día de sus escritos. En todo caso, yo ya he dado mi apoyo para el agregador, y estoy de acuerdo con la mayor parte de este sustancioso escrito inaugural.

    Ahora intentaré leer el resto. En todo caso, buen viaje a Estados Unidos y feliz Navidad. Creo que de allí uno siempre puede volver con buenas ideas y energías renovadas.

  2. valcarcel · ·

    Muy buenas, gracias…y tiene ud. razón: EEUU, sigo yo creyendo, es la última, una de las últimas esperanzas que tenemos en occidente.

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